10.05.2013 Views

bernal, jose manuel - 10

bernal, jose manuel - 10

bernal, jose manuel - 10

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

la que se daba cita junto al sepulcro del mártir. Por<br />

eso, mientras la veneración tributada a los difuntos<br />

por la familia se extinguía con la primera o segunda<br />

generación, la memoria de los mártires se prolongaba<br />

indefinidamente extendiéndose y consolidándose<br />

cada vez más.<br />

Estos datos nos permiten asegurar que el culto a<br />

los mártires se inicia como un culto estrictamente<br />

local, vinculado a una comunidad determinada y a<br />

un lugar concreto, que coincide con el lugar del<br />

martirio o con el emplazamiento de la sepultura.<br />

Por eso en los calendarios primitivos se anota siempre,<br />

junto con el nombre del mártir, el día de la<br />

muerte -el dies l1atalis- y el lugar de la tumba. A este<br />

respecto, los investigadores aseguran que cuanto<br />

más vinculada aparece la memoria de un mártir a<br />

una comunidad y a un lugar concreto, mayores son<br />

las garantías de autenticidad.<br />

c) COl1solidaciól1 del culto a los mártires<br />

La celebración de la memoria de los mártires se<br />

polariza, ya desde el principio, como he indicado, en<br />

la eucaristía. Esta acabará sustituyendo entre los<br />

cristianos el banquete funerario o refrigerio. Por eso,<br />

la mesa eucarística, colocada al principio ante la<br />

tumba del mártir, irá colocándose posteriormente<br />

sobre la misma. De esta forma la comunidad expresa<br />

su convencimiento de que el mártir se ha incorporado<br />

plenamente al sacrificio de Cristo. Ellos son<br />

«los degollados a causa de la palabra de Dios y del<br />

testimonio que dieron», contemplados por Juan en<br />

el Apocalipsis (6,9), y los que han deseado, como Pablo,<br />

que «su sangre fuera derramada como libación<br />

sobre el sacrificio y la ofrenda de nuestra fe» (Flp<br />

2,17). Por eso, al celebrar la eucaristía sobre la tumba<br />

del mártir no sólo se hace memoria de la pasión<br />

y del triunfo de Cristo; junto con la memoria de la<br />

pascua del Señor, se hace también memoria del<br />

mártir, de su pasión y de su triunfo, vinculado para<br />

siempre a la pasión y a la victoria pascual del Señor.<br />

Eso explica por qué en esas primitivas celebraciones<br />

eran leídas las Actas de los mártires. Así lo entendió<br />

la tradición cristiana, como lo demuestran las palabras<br />

de un antiguo texto, falsamente atribuido a<br />

Constantino, y que seguramente es posterior al 362.<br />

Se trata de la Oratio ad sal1ctorum coetw1l. Dice así,<br />

refiriéndose al culto de los mártires:<br />

«Entonces se cantan himnos, salmos y cánticos a<br />

la gloria de aquel que todo lo ve, yen memoria de estos<br />

hombres se celebra la eucaristía, el sacrificio que<br />

desterró la sangre y la violencia. No se busquen allí ni<br />

el olor del incienso ni las llamas de una pira, sino pura<br />

luz, capaz de iluminar a los que allí oran. A menudo<br />

se junta también una modesta comida en favor de<br />

los pobres e infortunados» <strong>10</strong>.<br />

En este mismo sentido se expresa algo más adelante<br />

san Ambrosio, obispo de Milán:<br />

«Las víctimas que han vencido a la muerte sean<br />

puestas debajo del lugar en que Cristo se inmola en<br />

sacrificio. Pero sobre el altar sea colocado aquel que<br />

padeció por todos. Estos, que han sido redimidos con<br />

su pasión, bajo el altar. Yo me había reservado este lugar<br />

para mí, pues es justo que el sacerdote descanse<br />

allí donde tenía costumbre de ofrecer la oblación; pero<br />

a las santas víctimas les cedo la parte de la derecha,<br />

pues ése es el lugar que corresponde a los mártires» 11.<br />

De modo más amplio y desarrollado alude a esto<br />

un testimonio algo posterior. Lo cual demuestra<br />

que la Iglesia va teniendo una conciencia cada vez<br />

más aguda de las motivaciones profundas que justifican<br />

la presencia de los mártires debajo del altar en<br />

el que se celebra la eucaristía. Se trata de un texto<br />

editado bajo el nombre de Máximo de Turín, pero<br />

cuya paternidad literaria se discute aún entre los expertos.<br />

En todo caso se trata de un testimonio que<br />

se remonta a los siglos V o VI:<br />

«Por tanto, hay que tener a los mártires en el más<br />

alto y principal lugar por causa de la fe. Ved, sin embargo,<br />

qué lugar deben merecer ante los hombres<br />

quienes ante Dios merecieron un lugar bajo el altar.<br />

Pues dice la Sagrada Escritura: "Vi debajo del altar las<br />

almas de los degollados a causa de la palabra de Dios<br />

y del testimonio que dieron" (Ap ó,9). Qué más reverente,<br />

qué más honorable puede decirse sino que descansan<br />

bajo ese altar en el que se celebra el sacrificio<br />

"'Orario ad sancrorum coetum, 12: PG 20, 1271.<br />

11 Ambrosio, Carta 22, 13: PL 16, <strong>10</strong>23 B.<br />

PARA VIVIR EL AÑO LITURGICO 231

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!