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obra que he citado ya otras veces: «El bautismo es la<br />
consagración del rey mesías, gran sacerdote y templo<br />
a la vez del culto en espíritu y en verdad 7. Más<br />
aún: al relacionar esta referencia a Cristo-templo<br />
con el conocido capítulo 47 de Ezequiel, donde el<br />
profeta habla de la fuente del templo, la tradición<br />
patrística afirma que del templo espiritual. que no<br />
es otra cosa sino el cuerpo a la vez inmolado y glorificado<br />
del Señor Jesús, brotan las aguas vivas del<br />
Espíritu. Estas aguas vivificadoras no son otra cosa<br />
que la palabra vivificante del evangelio y los sacramentos<br />
que iluminan y fecundan el corazón de los<br />
creyentes.<br />
«Este es el cordero de Dios que quita el pecado<br />
del mundo» (Jn 1,29; 36). Estas palabras las pronuncia<br />
Juan Bautista al ver a Jesús que se acerca.<br />
Hay que entenderlo, por tanto, en el contexto del<br />
bautismo en el Jordán. Indudablemente, al llamar<br />
Juan a Jesús «cordero» está haciendo referencia a la<br />
actitud del «siervo doliente», que asume los defectos,<br />
impurezas y pecados del pueblo a fin de ofrecerse<br />
a Dios en sacrificio de expiación y de alabanza.<br />
Cristo es el verdadero «cordero» que se entrega a<br />
la muerte por los pecados de la humanidad.<br />
Estas alusiones a Cristo, «siervo doliente» y<br />
«cordero inmolado», nos sumergen de lleno en el tema<br />
de la pascua. La referencia al bautismo en el Jordán,<br />
como misterio de humillación y de glorificación,<br />
hace que la fiesta de epifanía constituya el inicio<br />
y la prefiguración de todo el misterio pascual.<br />
Por todo ello, parece claro que epifanía no es sólo<br />
la manifestación del hijo de Dios hecho hombre,<br />
sino también un misterio de salvación y de liberación.<br />
Así lo da a entender san Gregario Nacianceno<br />
en un sermón que leemos actualmente en el oficio<br />
de lecturas de la fiesta del bautismo del Señor:<br />
«Cristo es iluminado: dejémonos iluminar junto<br />
con él; Cristo se hace bautizar: descendamos al mismo<br />
tiempo que él, para ascender con él. Juan está<br />
bautizando y Cristo se acerca; tal vez para santificar<br />
al mismo por quien va a ser bautizado; y, sin duda, para<br />
sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santifi-<br />
7 J. Lemarié, Navidad y epifanía..., 273.<br />
208 PARA VIVIR EL AÑO LITURGICO<br />
cando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa...<br />
Pero Jesús, por su parte, asciende también de las<br />
aguas; pues se lleva consigo hacia lo alto al mundo, y<br />
mira cómo se abren de par en par los cielos que Adán<br />
había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad,<br />
del mismo modo que se había cerrado el paraíso<br />
con la espada de fuego» 8.<br />
Estas palabras de Gregario Nacianceno reflejan<br />
bien la manera como ha entendido la tradición cristiana<br />
el bautismo en el Jordán en su dimensión salvífica,<br />
como misterio de muerte y de resurrección.<br />
En relación con el bautismo aparecen referencias al<br />
tema del diluvio, considerando entonces a Cristo como<br />
el nuevo Noé, el hombre justo, principio de una<br />
humanidad nueva, liberada del caos del pecado en el<br />
mismo seno de las aguas. La paloma significaría, en<br />
ese contexto, el término de las hostilidades entre<br />
Dios y el hombre; por otra parte, señalaría el inicio<br />
de una nueva era en la que Dios reconcilia consigo<br />
al hombre y le envuelve en un abrazo de amistad.<br />
El bautismo en el Jordán evoca igualmente la<br />
epopeya del éxodo, como acontecimiento liberador,<br />
especialmente en el paso del Mar Rojo. El bautismo<br />
de Jesús ha destruido en el seno de las aguas a todas<br />
las fuerzas del mal. lo mismo que las olas del mar<br />
ahogaron al faraón con su ejército.<br />
Todas estas referencias, que pertenecen al campo<br />
de la tipología bíblica, subrayan la dimensión<br />
salvífica y liberadora de la fiesta de epifanía. Ese día<br />
no sólo celebramos la manifestación del Señor como<br />
hijo de Dios, ungido por el Espíritu y constituido<br />
mesías-rey. En la fiesta de epifanía la comunidad<br />
cristiana experimenta además la acción salvadora<br />
de Cristo, muerto y resucitado. Por el bautismo, que<br />
culminó en su muerte, Cristo ahogó las fuerzas del<br />
mal y destruyó para siempre el poder del pecado.<br />
Los testimonios litúrgicos son muy numerosos.<br />
Me vaya limitar, sin embargo, a citar unas estrofas<br />
de un himno que se canta por la noche en la liturgia<br />
armena en la octava de epifanía:<br />
«El salvador ha aparecido y ha salvado a este<br />
mundo de las mentiras del enemigo, concediendo la<br />
'Gregario Nacianceno, Oratio, 39, 14-16: PG 36, 350-354.