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bernal, jose manuel - 10

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obra que he citado ya otras veces: «El bautismo es la<br />

consagración del rey mesías, gran sacerdote y templo<br />

a la vez del culto en espíritu y en verdad 7. Más<br />

aún: al relacionar esta referencia a Cristo-templo<br />

con el conocido capítulo 47 de Ezequiel, donde el<br />

profeta habla de la fuente del templo, la tradición<br />

patrística afirma que del templo espiritual. que no<br />

es otra cosa sino el cuerpo a la vez inmolado y glorificado<br />

del Señor Jesús, brotan las aguas vivas del<br />

Espíritu. Estas aguas vivificadoras no son otra cosa<br />

que la palabra vivificante del evangelio y los sacramentos<br />

que iluminan y fecundan el corazón de los<br />

creyentes.<br />

«Este es el cordero de Dios que quita el pecado<br />

del mundo» (Jn 1,29; 36). Estas palabras las pronuncia<br />

Juan Bautista al ver a Jesús que se acerca.<br />

Hay que entenderlo, por tanto, en el contexto del<br />

bautismo en el Jordán. Indudablemente, al llamar<br />

Juan a Jesús «cordero» está haciendo referencia a la<br />

actitud del «siervo doliente», que asume los defectos,<br />

impurezas y pecados del pueblo a fin de ofrecerse<br />

a Dios en sacrificio de expiación y de alabanza.<br />

Cristo es el verdadero «cordero» que se entrega a<br />

la muerte por los pecados de la humanidad.<br />

Estas alusiones a Cristo, «siervo doliente» y<br />

«cordero inmolado», nos sumergen de lleno en el tema<br />

de la pascua. La referencia al bautismo en el Jordán,<br />

como misterio de humillación y de glorificación,<br />

hace que la fiesta de epifanía constituya el inicio<br />

y la prefiguración de todo el misterio pascual.<br />

Por todo ello, parece claro que epifanía no es sólo<br />

la manifestación del hijo de Dios hecho hombre,<br />

sino también un misterio de salvación y de liberación.<br />

Así lo da a entender san Gregario Nacianceno<br />

en un sermón que leemos actualmente en el oficio<br />

de lecturas de la fiesta del bautismo del Señor:<br />

«Cristo es iluminado: dejémonos iluminar junto<br />

con él; Cristo se hace bautizar: descendamos al mismo<br />

tiempo que él, para ascender con él. Juan está<br />

bautizando y Cristo se acerca; tal vez para santificar<br />

al mismo por quien va a ser bautizado; y, sin duda, para<br />

sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santifi-<br />

7 J. Lemarié, Navidad y epifanía..., 273.<br />

208 PARA VIVIR EL AÑO LITURGICO<br />

cando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa...<br />

Pero Jesús, por su parte, asciende también de las<br />

aguas; pues se lleva consigo hacia lo alto al mundo, y<br />

mira cómo se abren de par en par los cielos que Adán<br />

había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad,<br />

del mismo modo que se había cerrado el paraíso<br />

con la espada de fuego» 8.<br />

Estas palabras de Gregario Nacianceno reflejan<br />

bien la manera como ha entendido la tradición cristiana<br />

el bautismo en el Jordán en su dimensión salvífica,<br />

como misterio de muerte y de resurrección.<br />

En relación con el bautismo aparecen referencias al<br />

tema del diluvio, considerando entonces a Cristo como<br />

el nuevo Noé, el hombre justo, principio de una<br />

humanidad nueva, liberada del caos del pecado en el<br />

mismo seno de las aguas. La paloma significaría, en<br />

ese contexto, el término de las hostilidades entre<br />

Dios y el hombre; por otra parte, señalaría el inicio<br />

de una nueva era en la que Dios reconcilia consigo<br />

al hombre y le envuelve en un abrazo de amistad.<br />

El bautismo en el Jordán evoca igualmente la<br />

epopeya del éxodo, como acontecimiento liberador,<br />

especialmente en el paso del Mar Rojo. El bautismo<br />

de Jesús ha destruido en el seno de las aguas a todas<br />

las fuerzas del mal. lo mismo que las olas del mar<br />

ahogaron al faraón con su ejército.<br />

Todas estas referencias, que pertenecen al campo<br />

de la tipología bíblica, subrayan la dimensión<br />

salvífica y liberadora de la fiesta de epifanía. Ese día<br />

no sólo celebramos la manifestación del Señor como<br />

hijo de Dios, ungido por el Espíritu y constituido<br />

mesías-rey. En la fiesta de epifanía la comunidad<br />

cristiana experimenta además la acción salvadora<br />

de Cristo, muerto y resucitado. Por el bautismo, que<br />

culminó en su muerte, Cristo ahogó las fuerzas del<br />

mal y destruyó para siempre el poder del pecado.<br />

Los testimonios litúrgicos son muy numerosos.<br />

Me vaya limitar, sin embargo, a citar unas estrofas<br />

de un himno que se canta por la noche en la liturgia<br />

armena en la octava de epifanía:<br />

«El salvador ha aparecido y ha salvado a este<br />

mundo de las mentiras del enemigo, concediendo la<br />

'Gregario Nacianceno, Oratio, 39, 14-16: PG 36, 350-354.

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