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L a pascua ha quedado definida en capítulos<br />
anteriores como la fiesta del «paso» o del<br />
«tránsito». Es el momento clave, crucial, en que termina<br />
la espera ansiosa y atormentada, por la dramática<br />
desaparición del Señor -«arrebatado por la<br />
muerte» (Mt 9,15)- Y comienza la gran fiesta. Una<br />
fiesta que se prolongará por espacio de cincuenta días.<br />
A este período de cincuenta días, llamado en los<br />
primeros siglos «pentecostés» y posteriormente<br />
«tiempo pascua!», me vaya referir en este capítulo.<br />
Interesa descubrir sus conexiones con el «pentecostés»<br />
de los judíos, la dinámica de su estructura, su<br />
contenido fundamental y la significación peculiar<br />
que se le ha conferido en la nueva reforma del año<br />
litúrgico.<br />
1. ¿Una herencia judía?<br />
A pesar del infundado recelo de Oda Case!, el<br />
eminente liturgista alemán del monasterio de Maria-Laach,<br />
en reconocer el indiscutible influjo judío<br />
en las instituciones cultuales cristianas, hoy nadie<br />
duda en admitir que este influjo ha sido notable tanto<br />
en lo relativo al domingo como en lo referente a<br />
la fiesta de pascua. En todo caso, aun sin negar una<br />
cierta resonancia de los misterios helenísticos en el<br />
ámbito de la liturgia cristiana -tesis propugnada y<br />
enfatizada por Oda Casel-, hoy parece incuestiona-<br />
8<br />
La cincuentena pascual<br />
ble que la huella hebrea en la liturgia cristiana ha sido<br />
en algunos casos determinante.<br />
Ahora nos preguntamos si esta huella judía se ha<br />
dejado sentir en la fiesta cristiana de pentecostés. La<br />
pregunta, por supuesto, no se suscita por mero capricho.<br />
Hay razones serias y concretas que nos obligan<br />
a formularla.<br />
A partir de algunos testimonios del Antiguo Testamento<br />
sabemos que en la liturgia hebrea se solemnizaban<br />
de un modo especial tres fiestas: la de<br />
pascua, la de pentecostés y la de los tabernáculos.<br />
Tanto en Ex 23,14-17 como en Ex 34,18-23 se hace<br />
mención de la fiesta de los ácimos, que indudablemente<br />
está relacionada con la pascua, de la fiesta de<br />
la siega o de las semanas y de la fiesta de la recolección.<br />
Estas fiestas, tal como se nos presentan en el<br />
Exodo, son de carácter agrario y no tienen asignado<br />
un día fijo. La fecha de su celebración depende más<br />
bien del proceso de maduración de las cosechas. En<br />
Dt 16,1-17 volvemos a encontrar la lista de estas tres<br />
fiestas: la pascua, ligada a los ácimos; la de las semanas<br />
y la de las tiendas. Tampoco en este caso las<br />
fechas aparecen claramente determinadas. En Lv 23<br />
encontramos ya fechas precisas. Según este testimonio,<br />
pascua se celebrará «el día 14 del mes primero,<br />
entre dos luces» (Lv 23,5). Los ácimos se celebran al<br />
día siguiente, el día 15. La fiesta de las semanas se<br />
celebrará a las siete semanas y un día después de haber<br />
comenzado la siega (Lv 23,15-16). El día 15 del<br />
séptimo mes se celebrará la fiesta de las tiendas (Lv<br />
PARA VIVIR EL AÑO LlTURGICO 127