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instituir esta fiesta no hay que entenderlo en clave<br />
histórica o cronológica. La constelación de solemnidades<br />
que siguen a la fiesta del 25 de diciembre no<br />
celebran, sin más, los acontecimientos de la infancia<br />
ni se siguen según un orden cronológico. La clave de<br />
interpretación no es histórica. Hay que buscarla en<br />
otra línea de carácter teológico.<br />
A mi entender, tanto navidad como epifanía -pero<br />
sobre todo epifanía- celebran el misterio de la<br />
manifestación del Señor. La misma significación del<br />
vocablo griego lo indica. Los distintos episodios que<br />
entran en juego a lo largo de la fiesta (adoración de<br />
los magos, bautismo de Jesús en el Jordán, bodas de<br />
Caná, presentación en el templo, etc.), tanto el día 6<br />
de enero como en días sucesivos, deben ser interpretados<br />
no en la desnudez pura y simple del episodio,<br />
sino como momentos importantes en los que<br />
Jesucristo se manifiesta como hijo de Dios y como<br />
mesías salvador. Este es el aspecto nuclear, el que<br />
llena de sentido y de coherencia interna el contenido<br />
de la fiesta.<br />
Para estructurar de algún modo la presentación<br />
de epifanía, de su riqueza interna, vamos a tomar<br />
como punto de referencia las dos antífonas citadas<br />
al principio. Ahí se señalan tres acontecimientos.<br />
Vamos a analizarlos. Pero con el criterio que acabamos<br />
de establecer. Esta es la única clave de interpretación<br />
posible para entender el enfoque y el contenido<br />
de esta fiesta.<br />
1. La adoración de los magos<br />
Sobre este hecho gira especialmente la fiesta de<br />
epifanía. Sobre todo en occidente. Hay que prestarle,<br />
por tanto, una atención especial. Lo cual no significa<br />
que pretendamos ahora emprender una tarea<br />
exegética del relato bíblico. Tampoco nos interesa<br />
ahora analizar la historicidad o no del hecho narrado<br />
en el evangelio (Mt 2,1-12), o si los magos fueron<br />
reyes o no, o si eran dos, tres o más. Todo esto escapa<br />
a la preocupación de la Iglesia cuando se reúne<br />
para celebrar la fiesta de epifanía. El sentido del<br />
acontecimiento hay que entenderlo desde la perspectiva<br />
en que lo hace la Iglesia en su liturgia, o tal<br />
como los Padres lo han interpretado en sus homilí-<br />
204 PARA VIVIR EL AÑO LlTURGICO<br />
as. Todo hay que apreciarlo desde la óptica del misterio<br />
de la manifestación. Esta es la clave.<br />
Lo mismo que el acontecimiento salvador fue revelado<br />
prodigiosamente a los pastores (Lc 2,8-20),<br />
del mismo modo, de manera también prodigiosa,<br />
fue manifestado a unos extranjeros -magos o reyes,<br />
da lo mismo- por medio de una estrella. Es indudable<br />
que en este gesto revelador es Dios quien actúa,<br />
quien intenta desvelar el misterio e iluminar los ojos<br />
de los magos. El episodio de la «estrella» hay que<br />
descifrarlo según el contexto y la mentalidad oriental.<br />
La estrella no sólo anuncia el nacimiento de un<br />
gran personaje; en el antiguo oriente, el rey y el heredero<br />
del trono eran llamados generalmente «estrellas».<br />
Por eso la estrella de los magos no es solamente<br />
el símbolo del rey mesías, sino su misma personificación.<br />
¿Cómo se revela el Señor en epifanía? Algunos<br />
testimonios patrísticos -numerosos por cierto- nos<br />
permiten entender que los magos, al presentar sus<br />
dones al niño de Belén, le reconocieron como rey,<br />
como Dios y como hombre. Como a rey le ofrecieron<br />
oro, incienso como a Dios y mirra como a hombre.<br />
Así lo entendieron algunos Padres. Por ejemplo,<br />
san León Magno:<br />
«¿De dónde viene, en efecto, que estos hombres<br />
(los magos), abandonando su patria sin haber visto<br />
aún a Jesús y sin saber nada, no habiendo visto lo que<br />
iba a ser objeto de una veneración tan justa, de dónde<br />
viene que hayan escogido unos presentes tan apropiados<br />
para ofrecérselos? Es porque, además de la belleza<br />
de la estrella que había sido percibida por sus sentidos<br />
corporales, instruyó su corazón el rayo, más brillante<br />
aún, de la verdad. Por eso, antes de emprender<br />
las fatigas del viaje, entendieron que se les indicaba a<br />
alguien que había de ser honrado como rey, significado<br />
por el oro; ser adorado como Dios, significado por<br />
el incienso, y considerado como hombre, significado<br />
por la mirra» 2.<br />
Sin embargo, la tradición popular, que ha considerado<br />
la epifanía como la «fiesta de reyes», ha<br />
puesto el énfasis en el aspecto «real» de Cristo. El es<br />
'León Magno, Sermón 34: ce 138, 181-182.