Jornadas de estudio: Integración en familia ... - Nadie sin Futuro

COMUNICACIONES
corresponsables de dichos hijos. En el discurso social espontáneo seguiría reinando, según
esto, el modelo tradicional de la familia amplia.
En consonancia con este modelo se subrayan por todos los participantes las heridas
emocionales que deja la emigración en las familias divididas. Incluso parece que se exageran
aquellas heridas al comentarlas. Algo así como lo que ocurriría en los entierros populares,
en que el mucho llorar y sufrir parece pertenecer necesariamente al rito. Y por lo demás
no son raras las narraciones de casos en que de una parte y otra de las familias divididas
se utilizan las alusiones a las heridas emocionales de la separación para reclamar de sus
respectivas contrapartes mayor ayuda o mayor comprensión.
En este contexto no faltan prácticamente nunca las referencias al grado en que ausentes
y presentes se mantienen intercomunicados. La intercomunicación, tal como la ven
los entrevistados, sería el soporte de mantenimiento de las estructuras y vínculos familiares
afectados por la migración. No solo la intercomunicación personalizada principalmente
mantenida a través de conversaciones telefónicas mensuales o semanales, cuyo sentido
emocional y no simplemente utilitario se manifiesta en el hecho de que casi siempre se hace
intervenir en ellas a los niños. También se realimentan indirectamente los vínculos familiares
mediante la intercomunicación difusa de los ambientes de permanecidos e inmigrados
que tiene lugar cuando los que permanecieron en Latinoamérica conectan con las cadenas
de televisión de los países en que están sus parientes y éstos a su vez conectan con
las de sus países de origen. Y así en las narraciones espontáneas de quienes permanecieron
se hace evidencia lo que en los estudios teóricos de los últimos años se viene subrayando:
que las migraciones posteriores a los años sesenta del siglo pasado se han vuelto
radicalmente distintas de las anteriores en cuanto a un punto esencial: en las anteriores el
emigrado se arrancaba geográfica, social y emocionalmente de su país, volcando del todo
sus expectativas hacia la tierra a que se acogía; en las posteriores a los sesenta el emigrante
deja geográficamente su país, pero social y emocionalmente continúa a él, creándose
con ello la base para una transnacionalidad identitaria que en tiempos anteriores no
era apenas concebible.
Quizás esto es lo que han querido expresar los editores del estudio que estoy comentando
cuando lo han titulado “Más allá de las Remesas”. Y es que las remesas existen y se
consideran muy importante en los contextos de las familias de los emigrados. Pero tendrían
un sentido social muy distinto si existieran solo como factor puramente económico
del devenir de las familias y no además como un reajuste transnacional de los hogares en
virtud del cual los que se fueron siguen generalmente desempeñando sus roles a distancia
y los que no se fueron lo esperan y reclaman.
115