Jornadas de estudio: Integración en familia ... - Nadie sin Futuro

COMUNICACIONES
tinoamericanos emigrados dicen sus parientes permanecidos en Latinoamérica. Y hemos
explorado así tres pistas: la abierta por la atención particularizada a los hijos de los ecuatorianos
nacidos en España o traídos acá por sus padres, la ofrecida por los estudios que relacionan
las situaciones familiares con la buena inserción de los hijos de los emigrados en los
países en que residen, y la que contempla, desde varios países latinos, la situación de las familias
de sus connacionales que se han visto divididas por la emigración.
Al recorrer la primera de estas pistas, la de fijarnos en los niños cuyos padres emigraron,
nos hemos encontrado sobre todo con la problemática de la separación de los niños
que se ven apartados un tiempo de sus progenitores por permanecer en su país cuando
uno de ellos o los dos optan por emigrar. Veíamos la gran frecuencia con que esto ocurre y
el fuerte impacto que ello causa sobre los niños, sobre todo si la emigración se ha realizado
sin que a los niños se les dieran suficientes explicaciones. Pero también veíamos la complejidad
de las situaciones que motivan esta separación más o menos traumática y cómo
la prevención por las madres o padres de las precariedades y dificultades de sus primeros
meses de emigrados, sobre todo si va a ser irregular su entrada en los países de destino, casi
les obliga a esta separación temporal. La intervención en estos dificultosos procesos solo
se hace realísticamente posible más tarde, cuando los que llegaron van superando el estadio
primero de su precaria instalación. Y acerca de ello vemos que se dan sensibles diferencias
entre los que abrevian en lo posible el tiempo a que esperan para la reunificación
familiar y los que lo prolongan al parecer demasiado, tal vez por sus dificultades para conseguir
una inserción laboral adecuada o, en ocasiones, por las no raras rupturas de las parejas
que pueden sobrevenirles.
La perspectiva ofrecida por la indagación de lo que ocurre con las segundas generaciones
de los que emigraron que están saliendo de la adolescencia es distinta. Estos muchachos
viven casi todos con sus progenitores, aunque no es pequeña en algunos colectivos
nacionales la proporción de los que están creciendo en familias monoparentales, o
sea, con solo su madre, por eventual ruptura de su pareja. Las cifras de conjunto dicen que
los hijos nacidos de los inmigrantes en sus países de origen llegaron a España, por término
medio, cuatro años después que sus padres. Que también, por término medio, son sanas
en sus familias las relaciones intergeneracionales, el rendimiento escolar y la apertura hacia
el mundo distinto de sus países de adopción. Pero también que aparece en el conjunto
una minoría de riesgo, con familias conflictivas y fracaso escolar de los hijos. La especial
atención a estas familias resulta necesaria.
Finalmente, la somera revisión del estudio hecho en varios países de Latinoamérica
que he utilizado en la tercera parte de mi exposición, sin girar del todo en torno a las reme-
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