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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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pro de los "derechos del hombre", con acento apostólico; pero es quimérica e inadaptable a la<br />

realidad. Por eso la democracia tiene todos los recursos en la oposición, y fracasa necesariamente<br />

en el gobierno.<br />

El político que había en Saavedra se dió cuenta de la ingenuidad que entrañaba<br />

mantenerse fiel a un sistema de tinterillos y plumíferos, apreciando sin duda la realidad criolla como<br />

un complejo social que nada tenía que ver con el plano europeo y menos aún con sus doctrinas.<br />

Sintió entonces el impulso de enderezar su pueblo al ritmo de las palpitaciones de su tierra y de su<br />

raza. Quiso arrojar los prejuicios doctrinarios que dominaban en el letrado y el bibliómano, y<br />

echando abajo las bambalinas de la farsa demócrata, hacer un gobierno orgánico, constructivo, de<br />

sólida armazón nacional y de raigambre kolla. Infelizmente la serpiente jurídica que había en él,<br />

llena de sabiduría discursiva y de oratoria fraseológica, le habló al oído, y el revolucionario tuvo que<br />

torcerle el cuello a su destino por consejo del jurista erudito. El intelectual que había en Saavedra<br />

fué un constante freno para el realizador que quería operar transformaciones.<br />

La contienda interior del ágil malabarista de las realidades con el paciente coleccionador de<br />

ideas, fué una lucha cruel, en la que el hombre enérgico y dominador cedió el triunfo<br />

dolorosamente al hombre de las frases. Fué ocasión de regocijo seguramente para las mudas<br />

bibliotecas, en las que los libros se estremecerían de placer en sus dormidos anaqueles, pero fué<br />

de desencanto y amargura indudablemente para el país, que había hecho un esfuerzo en producir<br />

un hombre de esa talla gigante y que esperaba de él la realización de sus nuevos destinos.<br />

Saavedra fué ciertamente el único que tuvo en sus manos la posibilidad de superar la<br />

eterna comedia democrática y forjar una política de contextura propia y de afirmaciones<br />

substantivas. Y pudo hacerlo porque estaba dotado de capacidades singulares. Fué un cerebro y<br />

una voluntad que armonizados pudieron dar un nuevo impulso a la vida del país. Bolivia con él<br />

perdió una posibilidad por muchos años. De hoy en adelante tenemos que hacer una política de<br />

espera. Pues las gr<strong>andes</strong> transformaciones requieren imperiosamente hombres gr<strong>andes</strong>; ya que en<br />

manos de segundones habría el peligro de que a la comedia democrática suceda al sainete<br />

dictatorial.<br />

Por largo tiempo el país no podrá dar un nuevo impulso a su evolución social, pues con<br />

Saavedra ha desaparecido la última gran figura de su escenario político. Le cupo actuar en un ciclo<br />

histórico en que tuvo por contrincantes primero a Montes y luego a Salamanca. Estos fueron los<br />

tres hombres que inquietaron por cincuenta años al país y que marcaron la trayectoria de su<br />

destino. Tres temperamentos a cuál más divergentes. Montes, el político puro, de visión certera, sin<br />

mirada para las lejanías del futuro, pero con un gran sentido para las inmediatas realidades.<br />

Salamanca el ideólogo casi místico por las doctrinas, dominado por la concepción teorética que le<br />

impedía toda visión de realidad y que terminó destrozándose en el choque contra la muralla de las<br />

cosas; y Saavedra el caudillo revolucionario que albergaba en su seno al gusano de un intelectual<br />

que segregaba erudición malsana; el escritor que en el escenario de la política vióse trabado por<br />

todas las frases que había escrito. Día llegará en que intentemos un ensayo sobre estas tres<br />

gr<strong>andes</strong> figuras de la política boliviana: el Político, el Ideólogo y el Intelectual. El hombre que supo<br />

mirar la realidad desnuda; el que sólo tuvo visión para las ideas, y el que se sirvió de las ideas para<br />

a través de ellas contemplar la realidad. Entre tanto la desaparición de Saavedra cierra un ciclo<br />

importante de nuestra historia, y deja a la juventud la tarea de abrir para el país nuevos destinos.<br />

ROBERTO PRUDENCIO.<br />

Doctor Alberto Zelada<br />

Víctima de rápida enfermedad, ha fallecido el 19 de los corrientes, el doctor Alberto Zelada,<br />

uno de los exponentes más aItos de la intelectualidad boliviana.<br />

Nació, el doctor Zelada, en la ciudad de Sucre, el año 1902. En la vieja ciudad universitaria<br />

formó su espíritu en la más austera disciplina y en un ambiente de refinamiento e idealismo. Dueño<br />

de una clarísima inteligencia, poseía, además, las virtudes del hombre de bien. Su vida fué, así,<br />

ejemplo de laboriosidad, estudio y severidad. Vocación de maestro. La Universidad recogió sus<br />

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