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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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Poco tiempo después la melancólica tranquilidad de Sucre vióse turbada por un<br />

acontecimiento doloroso e insólito: el suicidio del poeta Manuel José Tovar. Nunca se comprendió<br />

los móviles que habían determinado aquel suicidio. Tovar, el religioso cantor de la "Creación", el<br />

caballero estimado por toda la sociedad chuquisaqueña, el austero esposo y el padre amante,<br />

había puesto fin a su existencia por sus propias manos. No había, causa manifiesta; era<br />

únicamente la amargura abstracta del poeta que lo llevaba lejos. La razón del suicidio de Tovar fué<br />

de índole netamente literaria. Es talvez el primer poeta que en América se suicida por razones<br />

abstractas. El mal del siglo, el desgano del mundo, el desencanto de todas las cosas de la vida,<br />

que iban a impulsar años después a José Asunción Silva y a Claudio de Alas por el mismo camino.<br />

Tovar se suicidó por ansia de infinito, por anhelo de más allá, por ese hambre de lo eterno que<br />

padecía Silva. El poeta religioso quiso anegarse en lo divino, quiso sumarse cuanto antes en el<br />

seno de Dios.<br />

Todos los poetas y escritores de Sucre manifestaron su aflicción por la muerte del vate,<br />

llenando de versos y artículos necrológicos todos los periódicos. Los poetas cantaron doloridos su<br />

desaparición, pidiendo, en su fervor religioso, clemencia al cielo por su crimen, pero en el fondo<br />

comprensivos para aquel que había querido huir de un mundo siempre hostil e impenetrable.<br />

Así los dos acontecimientos que conmovieron más hondamente las letras sucrenses fueron<br />

el descubrimiento del genio poético de María Josefa Mujía, en cuyo infortunio vieron todos los<br />

poetas proyectarse su propio dolor, y el suicidio de Manuel José Tovar, en el que sintieron<br />

realizarse esos turbios deseos que a ellos también acometían de querer romper con la propia mano<br />

el hilo que los ataba a sus continuas amarguras.<br />

Empero esta atmósfera de tragedia, aunque revestía todas las apariencias de ser sentida,<br />

era sin embargo ficticia, literaria, teatral. Era la expresión de un fenómeno de índole cerebral,<br />

influenciado por el romanticismo francés, a través de los lacrimosos versos de Lamartine y Víctor<br />

Hugo. Claro que la ficción terminó por hacerse en cierta forma verdadera, y esa amargura de<br />

reflejo llegó a dominar en el espíritu poco personal de los poetas bolivianos.<br />

Sin embargo no por eso se dejaba de sonreír en Chuquisaca, pues en el fondo se<br />

acurrucaba siempre el alma charquina, ocurrente e irónica. La musa frívola y burlona brotaba a<br />

despecho de la melancolía de los vates, y se multiplicaban los epigramas y las sátiras. Cualquier<br />

anécdota social, cualquier tropezón de un caudillo político, cualquiera ocurrencia popular que<br />

inquietaba el tranquilo vivir de Sucre, bastaba para tejer cuatro o seis versos punzantes y afilados<br />

que condensaban todo el sabroso ingenio de la raza. Cuando no era la sátira mordaz, era siempre<br />

el gracejo chispeante, que saltaba retozón de la aguda mentalidad chuquisaqueña.<br />

Los poetas con su talento epigramático se mofaban de todo, hasta de sus melancolías<br />

literarias y del gesto de viernes santo que ponía la época. Ramallo burlándose de la oratoria<br />

fúnebre de los cochabambinos escribía:<br />

Temo ¡ay! amigo Morales<br />

Morirme aquí en Cochabamba.<br />

—Pero ¿qué temes? —Caramba!<br />

Los discursos funerales!<br />

Esta literatura festiva era el brote espontáneo del espíritu poético, era el fruto sazonado de<br />

la inspiración, que maduraba sin esfuerzo. Al lado de los versos melancólicos que se mostraban un<br />

tanto forzados e insinceros, la musa socarrona y jocosa tenía zumo y sabor, el zumo del espíritu<br />

jugoso de raza y el sabor de la tierra. Porque el alma chuquisaqueña es conocida por lo irónica; ha<br />

sido siempre proclive a la fisga y a la mofa. Le gusta picar en la reputación ajena y hacer escocer la<br />

honrilla del vecino. El chuquisaqueño se pasa el día alacraneando. Por eso no había en verdad<br />

mejor ambiente para los "vocabularios" y "caramillos", de que nos habla Moreno, que el de<br />

Charcas.<br />

Hemos dicho que la mayor parte de los románticos se agrupó en la "Sociedad Católica<br />

Literaria". Al frente de ella se constituyó otra llamada la "Sociedad Phillética", más que con<br />

propósitos literarios, con el de estudiar las ciencias de la naturaleza. Este grupo que era dirigido<br />

por los cruceños Manuel Maria Caballero y César Menacho, estaba tildado de librepensador y<br />

hasta de ateo. El doctor Caballero en efecto gran lector de Comte y de los naturalistas Buffon y<br />

Linneo, predicaba un positivismo peligroso para aquellas horas, y un amor a las ciencias que tenía<br />

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