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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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que existían a la llegada de los españoles, y que éstos respetaron, incorporándolas a su sistema,<br />

pero dejándolas intocadas. Este sentimiento nacional fruto de la raza y del medio, inherente por lo<br />

demás a la psicología humana, adquirió relieves nuevos a la llegada de los españoles, como<br />

consecuencia de la conquista. Los españoles acentuaron el hecho, le dieron nuevos contornos,<br />

ofreciéndoles relieves que no se habían conocido. El sentimiento regional hispano, fresco aún,<br />

después de la unidad española, fué a reverdecer en las Américas y allí las distintas almas<br />

regionales encontraron adaptación para esta fuerza aislacionista.<br />

Los diversos medios geográficos americanos, donde evolucionaron las poblaciones<br />

indígenas, siguieron sirviendo como elemento de desenvolvimiento independiente en el coloniaje.<br />

Las regiones agrarias, ganaderas, fluviales, marítimas o mineras, donde los indígenas habían<br />

constituido sus centros de producción, cuando se establecieron los españoles adquirieron mayor<br />

desarrollo, cobrando nueva vida y realzando la existente. Con todo, estos medios propios para la<br />

concentración humana por su naturaleza misma, contribuyó a que cada región estuviese<br />

circundada por una vida independiente en su existencia económica, comercial, cultural y política y<br />

hasta en sus costumbres y en sus tendencias, coincidiendo dentro de los gr<strong>andes</strong> circuitos<br />

espirituales en la catolicidad del pensamiento religioso y en el lenguaje, animado por el común<br />

denominador de la cultura hispana. Es cierto que entre todos los pueblos hispano-americanos<br />

existe, por decirlo así, un aire de familia que los une por una línea de contacto, pero también<br />

existen modalidades de tipo nacionalista, nacidas de la naturaleza geográfica, del medio ambiente,<br />

de las necesidades económicas, del predominio de los elementos raciales y del mayor<br />

pronunciamiento en las facultades psicológicas del material humano que forma sus muchedumbres<br />

y pueblos.<br />

Estos rasgos fisonómicos de identificación de las diversas regiones americanas con sus<br />

propias características, al iniciarse la guerra de la independencia, tuvo una manifestación<br />

denunciadora de su perfil original. El hecho es al mismo tiempo español y americano. La invasión<br />

napoleónica a España que fué detenida por la acción popular de las regiones, mediante órganos<br />

típicamente comarcales como las célebres juntas de defensa y la exteriorización patriótica de los<br />

cabildos. En América fueron los ayuntamientos y las juntas de patriotas las que iniciaron, unas el<br />

movimiento revolucionario y otras solo el movimiento de protesta al invasor napoleónico,<br />

declarando su lealtad a la corona borbónica. La esencia del hecho, que es lo que nos interesa<br />

extraer, revela una vez más puesto en acción el sentimiento regional de las distintas naciones que<br />

geográfica y socialmente ya existían antes de la independencia de América, que si fué conjunto<br />

como la sinfonía de una orquesta, cada una mantuvo su individualización especial. La reacción de<br />

las regiones en la lucha por la independencia de América en primer término, respondió al ansia de<br />

libertad, pero, una vez realizado este, cada una asumió la responsabilidad moral y política,<br />

adquiriendo conciencia de su propia personalidad, Integrándose como organismos estaduales.<br />

A estos factores del regionalismo geográfico y social, es necesario añadir el psicológico del<br />

romanticismo que venía a poner en vigor el sentimiento de la tradición y de la historia, que en cada<br />

una de las futuras repúblicas hispano-americanas, tiene un fuerte y glorioso pasado.<br />

Como complemento a lo enunciado, algo que acabó por dar fuerza de gravitación histórica<br />

a este sentimiento regional de las diversas parcelas de las tierras americanas, fué la aparición en el<br />

escenario de las ideas políticas universales del sentimiento nacional, que era algo así como el<br />

resurgimiento del ideal griego de la autonomía de los países pequeños, y que se presentaba como<br />

un fenómeno nuevo, que venía a dar vida y acción a la profundidad de las direcciones latentes que<br />

se animaban en el laboratorio de la tradición, de la geografía y del alma colectiva. Este movimiento<br />

nacionalista de los países americanos, al estallar la revolución de la independencia no pudo ser<br />

detenido, siendo más fuerte y más poderoso que el americanismo sin fronteras, ya que la<br />

revolución precisamente había sido realizada bajo el signo de los principios autonómicos y de las<br />

libertades de cada una de las regiones, y respondía a la esencia misma de la naturaleza y a las<br />

fuerzas sociales defensivas, puestas en marcha hacia la libertad, el progreso y la cooperación<br />

civilizada.<br />

La sabiduría de la política administrativa de España en sus colonias, al trazar las<br />

jurisdicciones territoriales, no impuso una cuadrícula caprichosa, ni cruzó el mapa de América por<br />

paralelos y meridianos al dictado de la complacencia y del interés, sino que fué la expresión de una<br />

consagración regional de cada zona, que la geografía y la historia, al agrupar también<br />

diferenciaban unas regiones de otras, por su potencialidad económica, por la complejidad de sus<br />

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