Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes
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Estados, a la manera norteamericana. Pero, más que la visión unitarista de los libertadores,<br />
pueden la vanidad de los doctores criollos, la anarquía que debilita el organismo político del Nuevo<br />
Mundo y la influencia económica extranjera que empieza a desquiciar el cuerpo anémico del<br />
Imperio de las Indias. Y en vez de un Estado "fuerte y vigoroso", América es campo fecundo de<br />
Estados diminutos, sin cohesión, ni armonía entre sí.<br />
Santa Cruz, es el último representante en nuestro país de las ideas de Bolívar. Si bien<br />
habían fracasado los intentos de una confederación americana, parecía indispensable, por lo<br />
menos, reducir el <strong>número</strong> de los nuevos Estados, fortalecer las uniones regionales por la fusión de<br />
países semejantes y complementarios étnica, geográfica y económicamente. Así había nacido la<br />
Gran Colombia, de duración efímera, por desgracia. Y así concibió y realizó el Mariscal Santa Cruz<br />
la Confederación Perú-Boliviana. Idea generosa y noble, no podía caber en el espíritu estrecho y<br />
mezquino de doctores altoperuanos y soldados envanecidos con éxitos de asonadas y cuartelazos.<br />
Librada Bolivia a su propia suerte como Estado soberano, inicia el período de vacilaciones<br />
y tanteos, en que alternan por igual lo cómico — hasta el extremo de lo ridículo — y lo trágico.<br />
Culmina el primer acto con el inefable gobierno de Melgarejo. Abriendo un paréntesis de grandeza,<br />
cruza el escenario político la figura prócer del Dictador Linares.<br />
Comienzan las desmembraciones territoriales. La política de los vecinos, firme y segura,<br />
sabe sacar partido de cada uno de los traspiés que da Bolivia conducida por caudillos ambiciosos y<br />
mediocres y servida por diplomáticos improvisados, vacuos, aptos sólo para venias y<br />
genuflexiones. El sentido común, que es "el menos común de los sentidos", suple a la técnica y a la<br />
previsión. Pero, de todo esto poco o nada sabe el país, encerrado en sus montañas y entretenido<br />
en sus luchas intestinas. Hasta que la misión López Netto viene a despertarlo de un letargo de<br />
medio siglo. Pero es ya muy tarde. La primera segregación territorial se ha consumado. Melgarejo<br />
ha cambiado al Brasil las zonas del N.E. por una condecoración imperial.<br />
Después de Melgarejo, los descalabros son cosa normal en nuestra política exterior. Las<br />
relaciones con Chile son manejadas con torpeza y precipitación, cuando no son la incuria y la<br />
apatía las que allanan el camino a las conquistas. Un día llega la guerra. Es la hora funesta del<br />
gobierno del General Daza. ¿Para qué siquiera recordar este episodio que es una llaga viva en el<br />
corazón de todo boliviano?<br />
Pero la guerra aviva la conciencia nacional y alumbran días que prometen ser mejores. "El<br />
organismo de Bolivia, enfermo por las taras altoperuanas, la incrustación de las masas en el poder,<br />
la democracia en un país física y espiritualmente desigual, recibe una fuerte inyección tonificadora,<br />
el patriotismo retempla el espíritu... Entonces su afán se dirige a lo internacional. Los problemas de<br />
la patria con los otros Estados establecen su preocupación" .<br />
Sin embargo, una vez más el anhelo popular, esa fuerza instintiva y poderosa, es burlada<br />
por la ignorancia y la vanidad ambiciosa de doctores y generales. Hombres sanos, honrados y<br />
sinceros, empiezan a pensar en la gravedad de los problemas internacionales. La opinión pública,<br />
aunque fuera sólo instintivamente, podría respaldarlos. Pero aún no hemos aprendido a forjar<br />
nuestras armas. Para manejar nuestra política exterior y negociar a nombre del país, es lo mismo<br />
ser médico-cirujano que militar o comerciante. El sentido común se aplica a todo, y por eso mismo<br />
todo se pierde. Todas las negociaciones de nuestra diplomacia tienen el mismo resultado, el único<br />
resultado que cabe esperar de la improvisación y la audacia.<br />
Por otro lado, la política interna, no logra desplegar sus velas. Sigue encallada — y<br />
encanallada — en las aguas cenagosas de una lucha estéril y sin altura.<br />
Puede afirmar con razón, el Dr. Salinas: "Una desidia absoluta en las relaciones<br />
internacionales. Todo se deja al tiempo y el tiempo fatal cercena el territorio patrio y afianza las<br />
pretensiones de los vecinos. Cada Legación inútil que se acredita es un obstáculo para estrechar<br />
las relaciones con los vecinos. Cada plantonada a la sombra de la patria, es un descrédito más<br />
para Bolivia en el concierto internacional". El tiempo no pasa en vano. Al cabo de los años, llega<br />
siempre la hora de las gr<strong>andes</strong> liquidaciones. Primero, el Acre, después, el Litoral, y más tarde, el<br />
Chaco. ¿Hasta cuándo...?<br />
Es verdad que la nacionalidad parece afianzarse a principios de siglo. La misma liquidación<br />
de la cuestión del Pacífico, si bien nos cierra el acceso al mar, nos libra del peso asfixiante que<br />
puso sobre el cuerpo mutilado de Bolivia el Pacto de Tregua.<br />
Un hombre encarna la fe de los nuevos tiempos. Ismael Montes. Es verdad que en política<br />
exterior comete muchos errores, como en el conflicto con el Perú y al aprobar el Protocolo Pinilla-<br />
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