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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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geométricos, inspirados en un racionalismo individualista. El alma de la revolución francesa<br />

políticamente, apesar de la resistencia que encontró en lo que representaba entonces la fuerza del<br />

estado, encarnada en la monarquía absoluta, se abrió paso entre los corazones inquietos de los<br />

españoles. La sed de libertad que se sentía en. los pueblos de España frente al absolutismo de la<br />

monarquía, también repercutió en las colonias<br />

Los hombres de América se daban la mano a través de los mares con los españoles.<br />

Había más puntos de contacto entre un americano liberal y un español volteriano, que entre dos<br />

españoles de distinto signo político, que vivían en el mismo pueblo. La aristocracia mental de<br />

América coincidía con la aristocracia intelectual de España, fundidas en un ideal común,<br />

plasmaban el advenimiento de una España nueva y de una América también nueva.<br />

Las ideas constitucionalistas que saltaron de Francia a España, se incrustaron en la<br />

monarquía, y en América las mismas toman la forma de expresión democrática, exteriorizándose<br />

en un sueño de autonomía republicana. Era el mismo árbol que se bifurcaba en ramificaciones<br />

distintas. Para América la revolución francesa fué la libertad a través de la república y para España<br />

fué también la libertad a través del régimen constitucional, que tuvo su expresión máxima en las<br />

Cortes de Cádiz.<br />

La invasión napoleónica a España constituye un factor entre los que en forma ambiental<br />

ejercieron influencia en la independencia de los pueblos hispano-americanos. América reaccionó<br />

también contra los invasores, pero, en su protesta había la fidelidad a la madre patria aunque en<br />

muchos sitios fué un grito de libertad en favor de la autonomía del estado español y de sus<br />

trescientos años de tradición feudal.<br />

La política napoleónica en Europa tuvo también otras repercusiones en América y sirvió<br />

para acentuar el sentimiento de libertad de los pueblos. Inglaterra venía ayudando abiertamente a<br />

los patriotas hispano-americanos, para fomentar el movimiento revolucionario. La política<br />

napoleónica acabó por dar vigor a los anhelos de independencia de esos pueblos como reacción a<br />

sus intrigas diplomáticas y políticas. También, después se pensó, cuando Europa se encontró<br />

encadenada por la fuerza de la Santa Alianza, en que los países americanos serían los<br />

depositarios de la libertad y que allí ardería la llama sagrada como muestra de que en el mundo no<br />

se podía decapitar en nombre de ningún principio los derechos del hombre.<br />

-III-<br />

Otro de los ingredientes que entró a formar parte de la atmósfera propicia al fenómeno<br />

revolucionario en los pueblos hispano-americanos es el hecho social, puesto de relieve por el<br />

nacimiento de una nueva organización.<br />

La sociedad colonial ofrecía dos aspectos especiales, uno el producido por la ordenación<br />

en el sentido económico, y otra por su valoración en el sentido étnico. La mezcla de estos hechos<br />

constituye el fenómeno nuevo, que era desconocido en los medios europeos.<br />

Racialmente los estamentos que se distinguían en la sociedad colonial estaban integrados<br />

en primer término por la base étnica del indígena sobre el que se situaba el mestizo, — producto<br />

del cruce del indígena con el español, — y en un nivel superior se encontraba el criollo o sea el<br />

americano descendiente de españoles, y por último coronando a todos estos estratos se<br />

encontraba a los hispanos, entre los que naturalmente también existían diferencias de carácter<br />

social, menestrales, burócratas y por último hidalgos y nobles, unidos a las autoridades ya sean<br />

universitarias, judiciales, administrativas o eclesiásticas.<br />

Los indígenas mismos no eran una masa informe e igualitaria pues, entre ellos existían los<br />

que se encontraban apegados noblemente a su tradición y unidos por un sentimiento político por<br />

representar las viejas aristocracias de su raza, formando núcleos para la explotación de la tierra,<br />

utilizados por los españoles. Estos indígenas gozaban de un privilegio, por decirlo así, que ellos<br />

mismos habían alcanzado formando la continuidad de sus ayllus. Frente a estos indios se hallaban<br />

los que no estaban ligados a la tierra y que eran utilizados por los españoles como prolongaciones<br />

de su voluntad, y que hoy día habrían sido sustituidos por las máquinas. Estos indígenas que<br />

tenían categoría de siervos son los que han arrancado las páginas de elocuencia flamígera y<br />

dolorida al padre Las Casas.<br />

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