Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes
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Es por eso que juzgando llena de hostilidad su periferia siente como el kirkincho la<br />
necesidad de hacerse una caparazón, y de ahí la producción del arte. El arte es la caparazón que<br />
lo aparta de la naturaleza.<br />
Así el arte antes que expresión es refugio; antes que vocablo es contraposición.<br />
El hombre, se venga del rigor del mundo creando a su vez otro mundo que es su perfecta<br />
réplica. Forjar la imagen del Universo es la manera de contraponerle.<br />
Si algún justificativo tiene el mundo es sólo el de servirIe al hombre de modelo.<br />
El arte es, pues, un verdadero microcosmos, un microcosmos de imaginación; un<br />
microcosmos de fantasmagoría en el que el hombre se envuelve y se refugia.<br />
Y sin embargo de los dos mundos el verdadero es el artístico. La realidad es siempre<br />
ficticia, y sólo la ficción llega a ser real. Fuera del mundo artístico nada en verdad existe. La<br />
naturaleza es una añagaza; el mundo una mentira; la mujer una vaga ilusión que se esfuma<br />
siempre.<br />
En rigor no le queda al hombre más que el arte.<br />
El factor regional<br />
en la independencia<br />
de Bolivia<br />
Roberto Prudencio.<br />
Si ideológicamente la América hispana se edificó sobre Ia vejez de Europa, socialmente se<br />
nutrió de sus propias esencias étnicas y geográficas. Por esto, para buscar los auténticos orígenes<br />
de la independencia de las repúblicas hispano-americanas, necesario internarse a explorar en los<br />
ingredientes de su pasado y de su "proximísmo" histórico, a fin de encontrar el protoplasma de<br />
cada una de ellas, mediante la aplicación de reactivos espirituales que permitan analizar a los<br />
distintos alcaloides que forman el complejo de su vida integral, aislando simplemente lo episódico<br />
de lo sustantivo y permanente, las influencias extrañas de la médula vernácula, y precipitar una<br />
fórmula en la que se encierre todo el contenido que anima la estructura de su existencia material y<br />
moral.<br />
El descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo es uno de los hechos más interesantes<br />
y magníficos de la historia de la humanidad. Es la expresión máxima de la valoración personal del<br />
pueblo español y en cuya psicología se encuentra la fuerza del sentimiento nacional<br />
profundamente arraigado. Esos pequeños grupos de hombres hispanos, que animados bajo la<br />
égida de los Cortés o los Pizarro, concentraban en su fe individualista la fuerza explosiva del<br />
átomo, y así unos cuantos hombres, pudieron paralizar en poco tiempo imperios vastamente<br />
poblados, de extensiones fantásticas y que a lo largo de los siglos hablan labrado las excelencias<br />
de culturas propias, ilustradas por los nombres de Tihuanacu, Cuzco o México.<br />
Este hecho es extraordinariamente revelador; unos pocos hombres dominando a millones<br />
de individuos, dotados de una estructura social, de una religión, de una vida económica, de leyes,<br />
prácticas sociales y de una técnica militar. Nos encontramos con el choque de dos culturas, la<br />
individualista del español y la colectivista del americano. Así el imperio de los Incas estaba<br />
organizado en una forma que anticipa las prácticas comunistas y sindicalistas que se sueñan<br />
actualmente como formas perfectas de la sociedad y del estado. La ausencia de riqueza, o si se<br />
quiere de capital, acusa claramente una forma de organización colectivista, lo mismo que sus<br />
costumbres de trabajo obligatorio, que hoy constituyen una novedad en los medios comunistas. La<br />
eliminación del sentimiento político, por medio del régimen patriarcal y autárquico, niveló los libres<br />
estímulos humanos y deformó la iniciativa individual acallando a la emoción civil de la lucha y de la<br />
rebeldía por una ortopedia igualitaria.<br />
Por esto, la obra de la conquista española del Nuevo Mundo es el milagro del espíritu<br />
heroico de la raza hispana, de su pujanza individualista, de su fervorosa capacidad para la<br />
independencia personal. Si la obra de la conquista tuvo la fulguración del rayo y el estampido del<br />
trueno, hija de la voluntad y de la energía, la obra de la colonización, fué un hecho espiritual, de<br />
orden político, religioso y cultural.<br />
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