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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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de flores de durazno... Yo te soñaba entonces mujer como una luna nueva y campesina,<br />

empolvada de tenues cenizas de celajes".<br />

No creemos encontrar en la nueva literatura americana formas parecidas a las de la poesía<br />

de Viscarra. Neruda emplea la metáfora en este sentido algunas veces; pero la poesía de Neruda<br />

es cosa muy distinta. Es una poesía llena de gestos amatorios, de un amor cordial, casi romántico,<br />

expresado en forma metafórica. El tema erótico en Viscarra allega una significación diversa. Busca<br />

el mundo femenino como un complemento cósmico, como una integración de su mundo esencial.<br />

Es un amor que no tiene casi nada de humano. Diríase la atracción de la montaña por el mar.<br />

Este naturalismo — que así lo llamaremos — de Viscarra, es lo que constituye la esencia<br />

misma de su poesía. Y no se crea que se trata de un simple recurso metafórico. No. Viscarra es un<br />

poeta empapado de naturaleza. Se nutre como un árbol de las substancias de su tierra y florece en<br />

poemas. Viscarra es, si se me quiere permitir, un poeta telúrico. Está lleno de paisaje andino, de<br />

pampa, de viento, de follaje. Es el intérprete del lenguaje de la naturaleza inanimada. Es talvez,<br />

como todo verdadero poeta, el alma de un paisaje.<br />

Este sabor a tierra que tienen todos sus poemas, es lo que llega a apartarlo<br />

fundamentalmente de toda la poesía vanguardista, que no tuvo en absoluto raigambre telúrica, no<br />

siendo sino la expresión de un subjetivismo puramente intelectual. La poesía de Viscarra se<br />

alimenta de lo vernáculo y lo autóctono y sabe a pampa andina y a piedra milenaria.<br />

Pero Viscarra no es un poeta descriptivo, él no canta sino a la naturaleza que lleva en sí<br />

mismo. Al evocar su mundo espiritual surgen arboledas, chujllas aimaras y barquichuelas de totora.<br />

Así los aguafuertes de sus "Lugares" son la expresión de lo que podría llamarse la subjetivación<br />

del paisaje. Son rincones de tierra pero que están dentro de un alma. Y sin embargo no hay lirismo,<br />

sino plástica pura, ya que se trata de un alma hecha naturaleza. No queremos citar ninguno de<br />

estos bellos "lugares", porque nos prometemos publicar algunos en el próximo <strong>número</strong> de nuestra<br />

revista<br />

Así Viscarra inicia con "Clima" una nueva era en la poesía boliviana, no solamente porque<br />

con él se ha depasado por entero el plano modernista, llegando a forjar una poesía metafórica de<br />

altos quilates, sino también porque el aliento telúrico entra de lleno en esa poesía, que es<br />

expresión de tierra. En Viscarra canta la montaña con ritmo de tormenta, y canta el valle en sus<br />

"canciones" de charango. Creemos, pues, descubrir en Viscarra el nuevo intérprete del alma del<br />

paisaje altipámpico. Y de ahí que podemos señalar en él la aparición de un poeta kolla.<br />

© Rolando Diez de Medina, 2005<br />

La Paz <strong>–</strong> Bolivia<br />

Roberto Prudencio.<br />

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