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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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elaborada con el jugo salival, que sirve para la fabricación de la "chicha", bebida alcohólica de<br />

estos pueblos). Transforma la lana de sus ovejas en hilo ("caito"), con el que teje sus vestidos.<br />

Sabe preparar el carbón.<br />

El comercio se reduce a la venta, en el mercado de la ciudad más próxima, de los<br />

productos agrícolas o industriales: patatas, chuño, ocas, quinua, trigo (en grano y en harina), maíz<br />

(en grano, harina y muko). Anualmente, en ferias restringidas, suele vender su ganado lanar. La<br />

leña y el carbón representan su más activo comercio. Hoy comienza a interesarse por la venta de<br />

sus tejidos, que son muy solicitados del extranjero por su carácter exótico.<br />

El quechua no consume al comercio de los blancos y mestizos sino escasa cantidad de<br />

tejidos y muy pocas herramientas Puede decirse que, como consumidor, es un elemento nulo.<br />

VI.- La vida religiosa<br />

Fueron hijos del Sol, los Incas. Los creadores de su estirpe dinástica habían nacido de la<br />

conjunción del Sol y de la Luna, en una isla del Lago Titicaca. Enviados del Dios tutelar para<br />

redimir a los hombres, organizaron una sociedad basada en la obediencia, el trabajo y la<br />

mansedumbre. El Sol era el dios-padre de todos los súbditos del Imperio, presidía sus templos y<br />

recibía cada mañana, al despuntar el alba, el homenaje del monarca y del pueblo. La Luna, su<br />

hermana y esposa, era diosa de las mujeres. En orden secundario, venían los dioses del ayllu<br />

respectivo: animales (el cóndor, el puma), montañas de formas caprichosas, plantas, estrellas, etc.<br />

El ayllu incásico era totémico. En las fiestas imperiales se celebraba a los dioses colectivos: el Sol,<br />

la Luna, la Tierra. Las fiestas locales honraban al "tótem" o al santuario erigido en el sitio de un<br />

hecho prodigioso. Los templos revelaban la fuerza de su convicción religiosa: cuidadosamente<br />

edificados, guardaban los gr<strong>andes</strong> tesoros y casi todas las efigies eran fundidas en oro. Habían<br />

gr<strong>andes</strong> conventos de mujeres vírgenes, para el servicio del culto. Los sacerdotes ofrendaban<br />

sacrificios litúrgicos, sangre de animales, y muy raras veces, sangre humana.<br />

Los españoles destruyeron esta organización religiosa, en veces, por celo, en veces, por el<br />

interés de las riquezas. Enseñaron al quechua la doctrina cristiana, la tradujeron a su lengua, los<br />

sacerdotes católicos aprendieron el idioma quechua, y cuando el "infiel" — como se llamaba a los<br />

naturales del país — mostraba apego por la religión de sus mayores, por aquella que había<br />

comunicado a su espíritu el sentido de las cosas y de la vida, el sacerdote católico empleaba la<br />

violencia, no ahorraba la sangre, y de pastor de almas se trocaba en inquisidor. Torturó durante<br />

cuatro siglos a la raza y la acostumbró a la liturgia, católica, pero no encendió su alma con la fe.<br />

Así, la sociedad quechua de hoy vive un mundo de religiosidad nebulosa. Politeísta, adora<br />

al Dios católico, al tótem, a la tierra, a las piedras de forma y color exótico y a las que atribuye<br />

facultad de curar dolencias y producir buenas cosechas. ldólatra, no concibe la idea de la divinidad<br />

inmaterial: para que crea en una divinidad, ésta debe tener ante sus ojos forma y figura. Cree en el<br />

alma; antes de la muerte, antes de abandonar el cuerpo, el alma recorre todos los sitios por los que<br />

ha pasado con su envoltura carnal; los perros la vislumbran y aúllan a su paso; después de la<br />

muerte, suele el alma ir a llorar en los sitios frecuentados por el difunto, expiando sus culpas. El<br />

cadáver, que es sagrado, es enterrado en una fosa abierta en la tierra del cementerio, sin ataúd y<br />

rodeado de los objetos domésticos más caros al difunto. Para Todos-Santos, se enciende bujías<br />

sobre el sepulcro: los amigos van a rezar ante él y se les obsequia con pasteles; en la noche, el<br />

alma irá a la casa, y se la espera con comida servida sobre un pequeño altar en una habitación<br />

deshabitada y obscura. Cuando la muerte ha ocurrido por accidente, (rayo, naufragio, caída en un<br />

abismo, etc.) se levanta en el sitio un pequeño túmulo dé piedra, la "apacheta"; todos los que<br />

pasan oran y arrojan hojas de coca masticada.<br />

El quechua no posee actualmente sacerdotes de sus ritos, ni templos propios, ni<br />

ceremonias de su fe tradicional. En sus manifestaciones religiosas de orden externo, está sujeto al<br />

sacerdote católico, el cura, un mestizo que no lo instruye ni educa y sí lo explota. Ni siquiera le<br />

enseña a escribir, como suele hacerlo el sacerdote protestante. En cambio, le exige el aporte de<br />

productos con la misma autoridad, y en iguales proporciones que el patrón exige al arrendero la<br />

presentación de las "obligaciones".<br />

Las fiestas quechuas consisten en ceremonias católicas, dentro del templo, a las que<br />

siguen ceremonias paganas en torno de la Iglesia. Al compás de sus bandas de zampoñas, los<br />

"sicuris", bailan los hombres entre sí, y, a su turno, las mujeres también entre sí. Se bebe "chicha"<br />

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