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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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Cuando la Educación Escolar se realiza en planteles sostenidos por el Estado, o en<br />

institutos libres de enseñanza laica, el niño sufre un cambio radical del clima en que se forma su<br />

moral de la ética religiosa de su casa, pasa bruscamente a un medio donde hasta se teme<br />

mencionar a Dios, como si se cometiese una falta contra la cultura, las ideas renovadoras<br />

dominantes y hasta contra el deber legislado. Para el niño este cambio es de trascendentales<br />

consecuencias, no sólo por el rompimiento con las primeras y poderosas influencias familiares,<br />

sino porque como prosigue obrando sobre él el ambiente religioso de su hogar, tiene que debatirse<br />

sin capacidad para esto, entre tendencias que pugnan entre sí irreconciliablemente. Resultado<br />

lamentable de esta situación es una precoz anarquía espiritual que desgraciadamente comienza en<br />

la misma estructuración moral.<br />

La moral religiosa.<br />

Pero detengámonos un instante para concretar el sentido mismo de la moral cristiana. De<br />

sus fines se comprenderán sus medios, sus reglas, y de éstas, su fuerza sobre el espíritu virgen<br />

que quieren modelar, y finalmente, su valor educativo para crear los hombres que querríamos<br />

formar de acuerdo al espíritu de nuestro tiempo.<br />

La educación actual de la juventud en los colegios religiosos, como es natural, tiende a<br />

plasmar las almas que se están formando en conceptos providencialistas, conocidos por la<br />

revelación y concretados en normas de conducta cuya finalidad esencial está en la consecución de<br />

la salvación eterna. De aquí que lo único real mente importante para el hombre está en seguir los<br />

caminos que lo conducirán a esa finalidad trascendente. Y los caminos so las virtudes que la<br />

Iglesia exige al hombre. Estas virtudes se concretan en los mandamientos de Dios y de la Iglesia.<br />

El hombre aplica a cada situación de su vida la norma moral legislada por la Iglesia. En caso de<br />

duda tiene a su alcance al Director Espiritual el ministro católico que podrá señalarle siempre su<br />

mejor modo de obrar. Las normas religiosas de un grande contenido de moral universal, no son<br />

como en la moral racionalista, finalidades en sí mismas; tampoco son como las normas de la ética<br />

pragmática flexibles y dúctiles cuya sanción se halla en cada caso en el éxito bueno o malo de los<br />

resultados. No. Las normas de la ética escolástica solo son medios para fines trascendentes; el<br />

hombre debe aplicarlas obediente, con la mente puesta más allá de este mundo. El mundo no debe<br />

importarle, el mundo es el enemigo; la conquista del mundo también es el mayor de los peligros; la<br />

verdadera vida del hombre, es morir para el mundo. No entraña la doctrina cristiana ningún<br />

principio activo para la vida presente considerada en sí y si tiene una fuerza suficiente para el<br />

mejoramiento del hombre actual, es como necesidad de su perfeccionamiento, de su capacitación<br />

para la vida futura. El olvido del mundo, aún sin recomendarlo a todos, es el ideal moral. Los<br />

moralistas más excelsos del cristianismo, también lo han sido sus más gr<strong>andes</strong> místicos.<br />

Crisis de la educación religiosa<br />

A este mundo espiritual conduce la educación que los establecimientos religiosos<br />

pretenden dar a la juventud. Ante el avance de las tendencias materialistas o simplemente de las<br />

ideas religiosas fundadas en el libre examen, conocidas por el nombre general de Reforma o<br />

Protestantismo, la Iglesia intensificó sus actividades en el sentido de educar a la juventud, formarla<br />

espiritualmente de acuerdo a sus ideales. La limitación de toda obra humana mostró en todo<br />

tiempo las deficiencias del éxito buscado. Es un problema histórico el de las desventajas de la<br />

educación religiosa, cuyas bases sociológicas y psicológicas así como su conocimiento histórico,<br />

ha sido el objeto de cuidadosos análisis, de vastos estudios así como de polémicas que<br />

trascendiendo del terreno educacional han sido el motivo de ardientes luchas políticas, suscitadas<br />

en todos los países. No queremos que nuestro juicio se enturbie por tendencias sectarias de<br />

especie religiosa o política; el problema de la conveniencia de la educación religiosa preferimos<br />

estudiarlo desde un campo más nuestro, más científico, más pedagógico, y creemos firmemente<br />

que sólo los políticos que han sido maestros pueden como hombres de Estado tener el derecho de<br />

resolver este problema.<br />

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