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Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes

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La obra de la colonización se alza sobre el viejo solar aborígena, y su juventud sobre el<br />

influjo del pasado. La cultura hispana Que se vuelca al Continente Americano generosamente en<br />

todas las formas más nobles, permanece impenetrable en la profundidad de la fuerza nacional.<br />

España irradió hacia América la potencialidad de su civilización y de su cultura, que fué absorbida<br />

en los estratos superficiales, permaneciendo como islotes graníticos los macizos, que eran el alma<br />

y la estructura socio-geográfica, ligada con las raíces más profundas a la sangre del suelo.<br />

España, al colonizar América no sólo quiso dominar hombres con su autoridad, y extraer<br />

riquezas, sino desdoblarse, multiplicándose en sí misma, en una génesis de prolongación en el<br />

espacio y el tiempo. Así las razas tradicionales de América se funden con la hispana. Don Quijote<br />

tiene por Dulcinea a una princesa quechua o azteca. Al lado de la epopeya legendaria que alimenta<br />

la gloria y que se agiganta a través de los años con la admiración y con el fervor emocionado de la<br />

comprensión universal, España oculta como cubierta por impalpables sombras de pudor la<br />

sabiduría de sus hombres de ciencia, y de sus exploradores que contribuyeron a la obra de la<br />

colonización espiritual de las tierras transoceánicas. Sin la labor paciente y tesoneramente ardua<br />

de los investigadores y de los estudiosos que España fomentó en tierras de América, la sola obra<br />

militar, su obra de administración y su esfuerzo jurídico de organizar legalmente dentro del espíritu<br />

de la época los países que conquistó, habría quedado truncada e infecunda. Y hoy, el resplandor<br />

heroico de sus bravos capitanes no brillaría con toda su intensidad, sin ese sacrificio también<br />

heroico de los hombres de estudio que penetraron con su luz en el misterio de la naturaleza<br />

americana, adueñándose de sus secretos con sabia e infatigable voracidad.<br />

En esta obra de la colonización española es necesario observar la lucha entre las fuerzas<br />

de impulsión y de permanencia. La colonización española, fué de acuerdo con el espíritu del<br />

tiempo esencialmente progresista, animada de un anhelo de mejoramiento moral y material.<br />

Debida a esta política y también a las mismas necesidades de los conquistadores, la<br />

transformación que se produjo en todos los órdenes de la vida colonial fué esencialmente asimilista<br />

al temperamento español, sin que se escape ninguna de sus manifestaciones. La única fuerza<br />

social que en lugar de transformarse con el espíritu de la Colonia, que se acentuó y aumentó<br />

considerablemente fué el sentimiento de la región y de la nacionalidad, que andando el tiempo ha<br />

llegado a constituir la base de las nuevas repúblicas hispano-americanas.<br />

Este sentimiento nacional de los distintos pueblos que integraban los dominios coloniales<br />

en América, heredado de las organizaciones estatales, como el imperio de los incas, el azteca,<br />

etc., al organizarse la colonia se convirtieron en fuerzas de permanencia que abrieron cauce, para<br />

labrar los fundamentos de los futuros estados hispano-americanos.<br />

-II-<br />

Examinemos brevemente los diversos factores adjetivos que han contribuido a la formación<br />

de los nuevos estados hispano-americanos, y que constituyen el aglutinante del fenómeno de la<br />

independencia.<br />

El espíritu de Francia, engendrado por la Enciclopedia, produjo la revolución de los<br />

espíritus que presidió al gran movimiento revolucionario de Europa. Se inicia la lucha entre la<br />

libertad y la autocracia, entre el alma de la renovación y la tradición, fermentando las bases de una<br />

sociedad que reduciría a fragmentos toda la organización medioeval subsistente. La independencia<br />

de los Estados Unidos de Norte América que se desvincula de la metrópoli británica, repercute en<br />

Europa como un aviso de futuros acontecimientos. Francia piensa en tender un puente entre la<br />

autocracia y el pueblo, constituyendo una monarquía controlada por el parlamento. España recibe<br />

entonces el eco espiritual de Francia. El viejo castillo hispano se siente requebrajar. Pronto se<br />

divide el solar de la tradición en campo donde combaten también la libertad y la autocracia. El<br />

fenómeno español se repite en América. El espíritu de la enciclopedia se difunde por las<br />

universidades y los cenáculos en forma obscura y subterránea. Los americanos absorben el alma<br />

de la enciclopedia, con el mismo fervor que los liberales españoles. Este temperamento de libertad,<br />

quiso ser aquietado por sagaces políticos españoles — Aranda y Florida Blanca — que concibieron<br />

de abrir las válvulas de la tradición, dejando que se expansione la libertad tanto en España como<br />

en América.<br />

La revolución francesa que ya era el triunfo de la democracia, esboza en toda Europa el<br />

horizonte de la lucha entre el conservadurismo y la agitación radical, alimentado por sus principios<br />

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