Revista Kollasuyo número 1 -L- 1939 – 1895kb - andes
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Resultados de la educación religiosa<br />
La educación religiosa, como fuerza modeladora del alma y del espíritu, considerada en su<br />
acción de crear las cualidades del hombre, históricamente ha sido un fracaso, y en el caso de<br />
Bolivia y aún en el de otros estados americanos, hoy podemos constatar sus deplorables<br />
resultados tanto en la vida privada como en la vida pública de nuestras sociedades. La educación<br />
religiosa, hablando siempre de ella desde el punto de vista de sus propósitos moralistas, no ha<br />
conseguido su objeto, y como los hombres que preparaba han resaltado en consecuencia, con la<br />
columna vertebral de sus virtudes, plinto que sustentaba la hermosa floración de los propósitos,<br />
quebrada, tenemos generaciones y generaciones de hombres sin personalidades morales<br />
acusadas, que en el mundo de los sentidos espirituales sé mueven y obran como sombras.<br />
Jamás el Director Espiritual mostró al niño y al joven otro fin que el ideal ultra terreno.<br />
Moralmente aprendió a caminar sostenido por las andaderas fáciles del consejo baratamente<br />
conseguido en el confesionario, y permanentemente regido por reglas casuistas y formales, sin<br />
apelar un solo momento a la labor de su propio criterio, de su juicio personal, y movido siempre por<br />
los tranquilos, los serenos propósitos divinos. Más tarde, frente a frente a la vida, con todas sus<br />
ansias despiertas, con sus instintos libres del freno manejado más que por los propósitos<br />
religiosos, por la mano fuerte y diestra del Director Espiritual, en medio de la corriente de su<br />
juventud que le muestra finalidades terrenas de felicidad, sin virtudes personales de resistencia, sin<br />
imperativos éticos racionales, se torna el fácil juguete de sus deseos, de sus instintos. La salvación<br />
de su alma, la senda de perfeccionamiento hacia la vida futura, son motivos sin fuerza para<br />
manejarlo, están tan lejos de su vida, como remota es para su juventud la idea de la muerte. No<br />
puede en ese momento de euforia, del triunfo de su juventud, escuchar la voz serena del propósito<br />
divino. Este es el momento formidable que explica la desesperación de los educadores religiosos<br />
que prepararon un sumiso y obediente carácter para las verdades y las prácticas religiosas, y lo<br />
ven hundirse fácilmente en medio de placeres infecundos, obediente a la voz de sus deseos, sin<br />
virtudes humanas de resistencia. Al hacer desaparecer de su visión espiritual inmediata la finalidad<br />
divina de su vida, se ha roto el sentido mismo de su vida. Sus virtudes son prácticas vacías, y su<br />
ejercicio es un vano cumplimiento de ritos.<br />
Y en los casos de excepción, de almas naturalmente fuertes, comienza una lucha<br />
angustiosa cuando al par que escuchan la palabra del dómine que habla de la gloria de los<br />
bienaventurados, escuchan también la voz imperativa del mundo, de la vida presente que les<br />
muestra objetivos nobles y cercanos; cuando junto a las virtudes teologales, sienten bullir en sí<br />
mismos las virtudes caballerescas que les llaman a la vida, a la lucha noble, al combate de todos<br />
los instantes para hacer de él y su vida, según la magnífica expresión de Goethe, "una obra de<br />
arte". Su criterio que se abre a los sentidos, es un caos y vive la angustia de la insatisfacción.<br />
La acción católica<br />
En la edad post-escolar, la influencia de la Iglesia sobre la juventud es absolutamente nula<br />
en nuestros días. En ningún momento, en ningún hecho, el análisis de las causas, enseña un<br />
motivo religioso. En la base misma del comportamiento de la juventud, por el contrario, sólo hay<br />
una tendencia iconoclasta.<br />
En numerosas ocasiones se ha intentado organizar a la juventud para ejercitar con ella los<br />
ideales sociales del catolicismo, creando grupos que tiendan como motivos inmediatos, a la<br />
investigación científica, al cultivo de las letras, a la práctica de los deportes, a la labor periodística,<br />
y siempre han resultado movimientos superficiales, sin alma que no entusiasmaron nunca. Alguna<br />
vez ha sido posible conseguir una labor continuada por un lapso relativamente prolongado, pero en<br />
esos casos se revelaba al observador más que un movimiento informado por los propósitos de<br />
acción católica, un fenómeno de rebeldía juvenil contra el marasmo espiritual del ambiente, y en<br />
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