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Libre - Fundación César Manrique

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de suelo apropiado no atendidas hasta entonces. Si se actúa así, en el caso de Australia la huella<br />

ecológica podría ascender casi a 14 has/hab, de las cuales 7,2 has/hab se corresponderían fundamentalmente<br />

con esas zonas áridas que se incorporan a la huella en forma de pastos 175 .Además,<br />

el análisis input-output permitía conectar las variaciones de la huella con la renta y el gasto de<br />

algunos sectores institucionales como los hogares. Desde el punto de vista de las relaciones entre<br />

huella per capita y renta por habitante, se detectó una cierta «elasticidad» por la cual al aumentar<br />

un 10 por 100 la renta per capita, la huella ecológica se incrementaba un 3,8 por 100. Pero<br />

mayor fue la relación establecida entre el gasto de los hogares y la huella de deterioro ecológico.Aquí<br />

la correlación ofrece mejor respaldo y la «elasticidad» prácticamente se dobla al 6,8 por<br />

100 176 . Abundando algo más en esta circunstancia, el análisis cruzado también demostró que en<br />

Australia la huella ecológica por habitante es menor en los hogares numerosos que en los que<br />

tienen pocos inquilinos, y no parece que la razón se encuentre en patrones de consumo diferentes<br />

en uno y otro caso, sino más bien en que en los hogares grandes se comparten y distribuyen<br />

equitativamente los productos, a lo que habría que sumar el hecho de que los hogares de las grandes<br />

capitales se apropian de mayor tierra ecológicamente productiva (8,4 has/hab) que el resto<br />

de hogares urbanos (7,2 has/hab), y que los rurales (6,89 has/hab) 177 .<br />

Aunque los resultados presentados refuerzan las posibilidades de la huella ecológica al ligar<br />

la apropiación de tierra ecológicamente productiva con los valores monetarios de requerimientos<br />

productivos por sectores y con la demanda de consumo final por parte de la población, los<br />

puentes tendidos no son del todo coherentes ni satisfactorios. La razón no procede tanto del<br />

instrumento utilizado (TIO), como de las unidades en que éste se expresa. En efecto, los multiplicadores<br />

obtenidos para hallar la huella ecológica serían más solventes y sólidos si vinieran expresados<br />

en unidades físicas y esto se consigue a partir de unas TIO cifradas en estos términos (TIOF).<br />

La aparición de TIOF para 1990 en algunos países como Alemania, Dinamarca o Finlandia ha permitido<br />

avanzar en esta dirección ofreciendo resultados realmente interesantes que se han extendido<br />

también a la investigación sobre la apropiación de tierra ecológicamente productiva a través<br />

del comercio 178 . La importancia de este cambio de proceder se observa al comparar la tierra<br />

apropiada con la producción destinada a la exportación a través de la TIO monetaria frente a la<br />

cifra obtenida con la TIOF. Mientras en el primer caso, para Alemania, se estima en 7,2 millones<br />

de hectáreas, en el segundo la cifra alcanza los 10 millones de hectáreas, esto es, casi un 40 por<br />

100 más. Diferencia que alcanza mayores cotas cuando se desciende a los tres grandes sectores.<br />

En el sector primario las exportaciones son 1,1 millones de hectáreas en términos monetarios<br />

frente a 7,9 millones, en el secundario 5,5 millones frente a 1 millón y, finalmente, en el<br />

sector terciario, 0,5 millones frente a 1 millón 179 . La explicación a estas diferencias hay que buscarla<br />

en la distinta estructura interindustrial de los dos modelos de TIO, en los coeficientes de<br />

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