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Libre - Fundación César Manrique

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claramente de manifiesto la situación «aventajada» de la economía española a este respecto,<br />

más aún cuando la revisión de los datos de Bringezu y Schütz practicada por el IFF vienés corrige<br />

algunos errores de estimación que fueron especialmente importantes en el caso de España<br />

donde las cifras presentaban una sobrevaloración del 34 por 100.A pesar de ello, nuestro país<br />

siguió presentando la mayor tasa de expansión de los inputs directos, quedando casi empatado<br />

con Grecia cuando se habla del crecimiento en el consumo material directo (esto es, detraídas<br />

las exportaciones).<br />

La información manejada hasta ahora permite así explicar la posición atípica que la economía<br />

española ocupa en el contexto internacional cuando se habla de desmaterialización desde<br />

mediados de la década de los setenta. Pues, si ya estaba claro que en relación al PIB la fase que<br />

comienza en esas fechas supone para nuestra economía una etapa de fuerte «rematerialización»<br />

en todos los sentidos, también es cierto que, aplicando la contabilidad de flujos materiales desarrollada<br />

en la década de los noventa, los tres principales países a escala mundial (Estados Unidos,Alemania<br />

y Japón) dieron síntomas —en el mismo período y respecto del PIB— de una cierta<br />

«desmaterialización relativa».<br />

Y en estas diferencias tiene mucho que ver la diferente estrategia para hacer frente al aumento<br />

de los precios del petróleo en esos países y en España. No en vano, en una estrategia que<br />

apenas tuvo continuidad una vez que los precios del crudo volvieron a la «normalidad»,Alemania,<br />

Estados Unidos y Japón mejoraron su eficiencia energética a través de mecanismos tecnológicos<br />

en la industria y el consumo que, sin embargo, fueron víctimas años más tarde, del ya<br />

citado «efecto rebote»,o «paradoja de Jevons».Además, fruto del comportamiento descrito por<br />

la «regla del notario», las reconversiones de sus respectivas industrias hicieron que, poco a poco,<br />

se fueran cargando sobre el resto del mundo aquellos procesos más intensivos en la utilización<br />

de recursos naturales y contaminación que, aunque recogidos a través de los flujos ocultos<br />

importados, su cálculo por imputación ofrece una mayor incertidumbre. En cambio, España, en<br />

vez de volcarse en las opciones que primaban el ahorro, la eficiencia y la promoción de energías<br />

renovables, optó por incentivar las extracciones de carbón y otros recursos minerales que,<br />

con unas mochilas de deterioro ecológico superiores, determinaron el resultado ilustrado por<br />

el Gráfico 5.15.<br />

Podemos reforzar aún más el argumento si comparamos los RTM y la proporción de flujos<br />

ocultos e importados para las principales economías del planeta. Con el ánimo de mostrar<br />

este aspecto, hemos añadido la Tabla 5.11 en la que a los habituales países considerados hemos<br />

incorporado a Finlandia, mostrando cómo las exigencias de una economía esencialmente extractiva<br />

al servicio del resto del mundo hace que presente el indicador de RTM por habitante más<br />

elevado. Las mismas cifras de la Tabla 5.11 apuntan la relevancia de considerar o no la erosión den-<br />

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