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Libre - Fundación César Manrique

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incentivos otorgados a la pesca durante el franquismo encontraron apoyo en la década siguiente<br />

con una nueva Ley, de 1961, por la que se abría camino a la construcción naval en apoyo de<br />

la flota «al fresco».A pesar de las intenciones manifestadas en aquel texto legal, se entró en una<br />

segunda etapa que, lejos de apoyar a la flota pesquera tradicional, sirvió para promocionar con<br />

dinero público el nacimiento de una flota congeladora en alta mar, de la que los buques Lemos y<br />

Andrade serían la avanzadilla. Unos abanderados que, por otra parte, se ha documentado que resultaron<br />

una opción sumamente ruinosa para la economía de entonces 55 . Con todo, la legislación<br />

subsiguiente se centró ya de lleno en la promoción de la flota congeladora de la que surgirían<br />

importantes empresas que, como Pescanova, han perdurado hasta nuestros días con una estrategia<br />

productiva poco respetuosa con la conservación del recurso pesquero.<br />

Esta circunstancia, junto con la ausencia de una normativa que regulase el aprovechamiento<br />

en aguas que luego se considerarían jurisdiccionales, provocó un incremento sustancial tanto<br />

de las capturas domésticas como de los flujos importados, llegándose a una situación de estancamiento<br />

y declive a finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Como es sabido, la adopción<br />

en 1977 de las 200 millas como zona exclusiva para los países ribereños supuso para España<br />

un duro golpe en su estrategia extractiva; golpe que intentó paliar extendiendo su radio de<br />

acción sobre zonas cada vez más alejadas de su territorio. Este hecho provocó la promulgación<br />

de dos textos legales —un decreto y una orden ministerial en 1976— sobre empresas pesqueras<br />

conjuntas (mixtas) con terceros países y la bilateralización del comercio pesquero, permitiendo<br />

la «superviviencia» de la flota española, entre otras, en aguas argentinas y chilenas.Aspecto<br />

a la vez determinante para mantener e incrementar los niveles de captura a finales de los<br />

ochenta y comienzos de los noventa, tal y como se desprende del Gráfico 4.10. Cabe subrayar<br />

que, frente a la momentánea euforia, el resultado final de la experiencia deja mucho que desear<br />

tanto a escala ambiental como social, dado que las empresas mixtas acaban contratando sólo<br />

trabajadores de los países empobrecidos, quienes realizan su labor sin ningún horario estipulado<br />

ni derecho laboral elemental en un afán por esquilmar en el menor tiempo posible las riquezas<br />

pesqueras del país anfitrión, como revela el caso de Chile con la captura de la merluza austral<br />

y el congrio dorado 56 .<br />

Pasado el tiempo, es razonable pensar que la medida de las 200 millas fue resultado de un<br />

proceso gradual que perseguía la fijación de límites y restricciones al uso de las aguas internacionales,<br />

inaugurado tiempo atrás con una declaración de Harry Truman —al finalizar la segunda<br />

guerra mundial— considerando «...los recursos naturales del subsuelo y el lecho de la plataforma<br />

continental situados bajo la alta mar, pero contiguos a las costas de los EE.UU, como pertenecientes<br />

a los EE.UU y sometidos a su jurisdicción y control» 57 . Las sucesivas conferencias sobre<br />

Derecho del Mar fueron conformando esta doctrina hasta llegar a la promulgación de las 200 millas<br />

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