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Libre - Fundación César Manrique

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Lo que más llama la atención es que —al margen de consideraciones sobre el fundamento<br />

teórico para utilizar una función de producción agregada como una simple extensión del ámbito<br />

de la producción micro a la esfera macroeconómica— nadie se refiriese nunca (salvo honrosas<br />

excepciones), a la ausencia manifiesta de los recursos naturales como factor productivo fundamental.<br />

Esto es más llamativo si tenemos en cuenta la delicada situación en que quedó el capital —como<br />

input en una función de producción agregada— desde las aportaciones originarias de Joan Robinson<br />

poniendo en duda la posibilidad tanto de su correcta medición como del cálculo de su productividad<br />

marginal sin caer en un razonamiento circular. 33 Las críticas de la economista británica,<br />

que se extendieron durante la década de los sesenta, unidas al trabajo paciente de Piero<br />

Sraffa, dieron lugar a una sonada polémica sobre este factor de producción de la que desgraciadamente<br />

se sacó poco provecho científico 34 . Probablemente muchas de las consideraciones anteriores<br />

pasarían por la cabeza de Julio Segura cuando, a comienzos de la década de los setenta,<br />

vaticinaba un pronóstico que ni él mismo llegaría a tomarse suficientemente en serio: «Desde<br />

hace algunos años la vida se está volviendo muy difícil para algunos neoclásicos. Cuando hace<br />

una o dos décadas los Solow, Ferguson, Brown, etc., utilizaban funciones agregadas de producción<br />

para discutir las características del proceso de crecimiento económico, nadie dudaba del<br />

interés de sus aportaciones. Hoy día, sin embargo, cuando se habla de funciones de producción<br />

agregada hay que disculparse —y existen buenos motivos para ello— demostrando la insuficiencia<br />

y quizá posible inutilidad de las mismas.» 35<br />

El uso reiterado de la función de producción agregada en sus varias manifestaciones, constituía,<br />

pues, un lastre importante para el tratamiento global de los recursos naturales y su inserción<br />

en la explicación del crecimiento económico español. Este escollo ya fue visto tempranamente<br />

por Julio Segura, y merece la pena citarse por extenso ante la escasez de este tipo de<br />

manifestaciones entre los que han cultivado dichas prácticas:<br />

«A corto plazo los recursos naturales podrían considerarse como un dato y a largo plazo valorarse<br />

como capital natural independientemente de la posibilidad de encontrar una medida válida. Sin<br />

embargo, esto traería consigo dificultades especiales, máxime si tenemos en cuenta que los recursos naturales<br />

nunca se valoran realmente en los trabajos empíricos realizados con funciones agregadas de producción.<br />

En caso de considerarlos constantes a corto plazo, esto nos impediría distinguir, como de hecho<br />

sucede, entre cambios en el nivel de producción global debido a hechos puramente fortuitos, a perturbaciones<br />

imprevistas, de aquellos originados por nuevos descubrimientos de recursos naturales o<br />

por el uso más productivo de los mismos. En la consideración a largo plazo, el problema se complica<br />

aún más si tenemos en cuenta que una función Y = F (K, N), la única forma que tiene de reflejar los<br />

cambios en la disponibilidad o calidad de los recursos naturales es la alteración de su característica<br />

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