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Libre - Fundación César Manrique

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laciones anuales de terrenos desnudos. Para la superficie leñosa se ha supuesto que entre 1955<br />

y 1973 guarda la misma proporción respecto al total que en el año 1973.<br />

El cálculo de la huella «energética», durante el período 1972-2000 se ha apoyado en las<br />

cifras de emisiones de CO 2 procedentes de la OCDE, (varios años): CO 2 emissions from fuel combustion,<br />

Paris, sobre la base de la metodología elaborada por el IPCC. Para 1955-1971 se ha echado<br />

hacia atrás la serie aplicando las tasas de crecimiento de las emisiones totales —estimadas<br />

con la misma metodología y con los datos de consumo de combustibles fósiles procedentes del<br />

MINER, pero sin descontar el «carbono almacenado» en productos que no tienen finalidad energética<br />

y por lo tanto no se oxidan (petróleo de los plásticos, asfalto para pavimentación,...), así<br />

como tampoco las emisiones del combustible entregado en los bunkers internacionales utilizado<br />

en el transporte marítimo y aéreo internacional—. Para determinar la capacidad de absorción<br />

de nuestros bosques, en vez de utilizar el coeficiente propuesto por Rees y Wakernagel,<br />

hemos preferido realizar los cálculos con las estimaciones realizadas para nuestro país por J.C<br />

Rodríguez Murillo, que ofrece una media de 0,59 t C/ha (que multiplicado por 44/12, nos da la<br />

cifra de absorción de 2,16 t CO 2/ha).Vid. J.C. Rodríguez Murillo, (1999): «El ciclo mundial del<br />

carbono. Método de cálculo por cambios de uso de la tierra. Balance de carbono en los bosques<br />

españoles», en: F. Hernández Álvarez, (coord.), (1999): El calentamiento global en España, Madrid<br />

CSIC, pp. 97-139.<br />

Para la huella de la alimentación en España, aparte del pescado, consideramos dos fracciones:<br />

la carne y los vegetales. Suponemos que la carne consumida procede de animales alimentados<br />

a partir de cereales grano (salvo el trigo y el arroz), de leguminosas grano (a excepción de<br />

las judías, las lentejas y los garbanzos), la soja (clasificada dentro de los cultivos industriales), y<br />

de cultivos forrajeros. No obstante hay que distinguir entre la superficie que sirve para alimentar<br />

al ganado finalmente ingerido y el resto de superficie que nutre al ganado que se mantiene<br />

vivo durante el año (por ser de leche o encontrarse aún en fase de engorde). Además, realizamos<br />

una estimación del grano necesario para alimentar al ganado cuya carne importamos, lo que<br />

fácilmente podremos traducir a las correspondientes hectáreas de cultivo. Lo hemos hecho así<br />

para mantener la coherencia con lo establecido en el capítulo dedicado al análisis de los flujos<br />

de biomasa y que nos permitió actualizar la estimación de Flores de Lemus para principios de<br />

siglo. Los índices de conversión de grano en carne se han tomado de la literatura. Aparte del<br />

ganado bovino y ovino, ya reseñados al hablar de la huella de pasto, los supuestos manejados<br />

para el resto del ganado han sido los siguientes: para el porcino, un índice de conversión de 2,83<br />

para un cerdo de 6 kilos de peso inicial y 95 kilos de peso final con 163 días de edad (Buxade<br />

1995, p. 280). Para las aves se razona bajo el supuesto de un pollo sacrificado a las 8 semanas<br />

con dos kilos de peso aplicando un índice de conversión de 2,025 (Hernández Benedí 1987, p. 456).<br />

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