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Libre - Fundación César Manrique

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52 En algunas zonas de tradición pascícola como Extremadura, la reducción en el pasto arbolado alcanzó casi el 50 por 100, entre 1955 y<br />

comienzos de los ochenta. Vid.CAMPOS,P.,Economía y energía en la dehesa extremeña, op. cit., p. 38.<br />

53 PEÑA,M.J.,«La actividad pesquera en España ante los cambios a escala internacional», Papeles de Economía Española, 71, 1997, p. 51.<br />

54 Un panorama razonable de la situación pesquera desde los años cincuenta hasta mediados de los noventa se puede encontrar en los siguientes<br />

textos: JUÁREZ CASADO,S.J.,«La pesca en España: cambios en los últimos años y perspectivas», Papeles de Economía Española, 71, 1997, pp. 2-<br />

13. PEÑA, M. J., «La actividad pesquera en España ante los cambio a escala internacional», op. cit. Desde una perspectiva que incide más en los<br />

aspectos de degradación ambiental provocados por las capturas pesqueras: LLEONART, J., et al., La crisis pesquera española: un enfoque ecológico,<br />

Madrid, CIP, 1996.<br />

55 Así lo señala precisamente Miguel Peña al recodar cómo: «De los dos barcos pioneros el que fue a la Argentina volvió con las bodegas<br />

llenas de pescado infectado por los copépodos, que lo habían convertido en esqueletos vivientes. Los intentos de comercializar ese producto<br />

por la vía ordinaria estaban teniendo dificultades enormes, y llamaron en su ayuda a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes que «sugirió»<br />

al Gremio de Detallistas de Pescados la conveniencia de adaptarse al nuevo producto. Una vez introducido y apoyado en una campaña publicitaria<br />

absurda de que era «tan bueno como el fresco y mucho más barato» (...) la mercancía nacional, de pésima calidad —pues a la experiencia<br />

inicial se pueden sumar multitud de otras «genialidades» y manipulaciones contrarias a toda norma de higiene alimentaria— tuvo que<br />

competir con las importaciones de merluza japonesa (de mucha mejor calidad e impecable presentación), importaciones a las que ya se achacaban<br />

injustamente los alarmantes stocks invendidos (que ya en 1965 sumaban 30.000 toneladas y sólo se habían importado 10.000), y que acabaron<br />

por el sencillo método de prohibirlas (...) Lo cierto es que si no se hubiera tratado de merluza, y si no hubiéramos vivido en una época de<br />

economía dirigida, la experiencia del congelado se hubiera saldado con un estrepitoso fracaso».PEÑA, M., «La actividad pesquera...», op. cit.,<br />

1997, p. 53.<br />

56<br />

LLEONART, J., et al., La crisis pesquera..., op. cit., p. 13.<br />

57 Declaración del 22 de septiembre de 1945. Citado en: JUÁREZ CASADO,S.J.,«La pesca en España...», op. cit., p. 4.<br />

58 Ibid., p. 9.<br />

59 Esta circunstancia es siquiera más grave cuando se comprueba que, según el propio MAPA, son una minoría de barcos la que causa el<br />

grueso del problema: mientras el 88 por 100 de los buques que faenaban en 1994, esto es 16.750, lo hacían en caladeros nacionales<br />

representando sólo el 28 por 100 del TRB total; los 1.140 barcos que realizaban capturas en caladeros internacionales acumulaban el 52 por<br />

100 del TRB, dejando el 18 por 100 restante para la flota de 108 barcos que faenaba en aguas de la UE.<br />

60<br />

LLEONART, J., et al., La crisis pesquera..., op. cit., p. 15.<br />

61 FAO, Statistics Database. En este sentido los países que siguen dominando el panorama internacional son China, Japón, Rusia, Perú, Estados<br />

Unidos,...<br />

62 En términos de consumo aparente (domésticos + importaciones - exportaciones) los datos confirman que se ha doblado el consumo per<br />

capita pasando de los 23,3 kg/hab en 1955 a los 44,4 kg/hab de 1995.<br />

63<br />

SENADOR, J., «El problema de las repoblaciones forestales», citado por: GROOME, H.J.,Historia de la política forestal en el Estado Español,<br />

Madrid,Agencia de Medio Ambiente, 1990, p. 3.<br />

64 Así lo recuerda ALONSO MILLÁN, J., Una tierra abierta..., op. cit., p. 246.<br />

65 ECHEVARRÍA BALLARÍN, I., «Repoblación forestal aplicada a la industria papelera. Medidas para solucionar sus problemas selvícolas y sociales»,<br />

Montes e Industrias, III, 15, 1932, p. 389. Cfr. GÓMEZ MENDOZA, J.,yMATA OLMO, R., «Actuaciones forestales públicas desde 1940. Objetivos,<br />

criterios y resultados», Agricultura y Sociedad, 65, 1994, p. 17.<br />

66 MARTÍNEZ HERMOSILLA, P.,«La industrialización forestal: sus problemas actuales», Montes, 3 (18), 1947, pp. 563-566. ÁLVAREZ DE MON, R.,<br />

«Problemas de la producción de madera», Montes, 21 (126), 1965, pp. 531-536. RADA, R., «Un esquema para el estudio de los problemas de<br />

la política forestal a largo plazo», Montes, 20, 1964, pp. 271-282. Cfr. GROOME,H.J.,Historia...op. cit., pp. 106-107.<br />

67 LLEÓ SILVESTRE, A., «El individualismo económico y los montes», Montes, 4 (23), 1948, pp. 563-564. CEBALLOS, L., «El resurgimiento agroforestal<br />

de España y el orden natural de las cosas. Responso a unas encinas “vendidas por la técnica”», Montes, 11, (66), 1955, pp. 425-428.<br />

XIMÉNEZ, J., «Política forestal», Montes, 17, (10), 1961, pp. 491-507. Cfr. GROOME,H.J.,Historia...op. cit., p. 109.<br />

68 Véase lo dicho al respecto por GÓMEZ MENDOZA, J., y MATA OLMO, R., «Actuaciones...», op. cit., pp. 18-22.<br />

69 GROOME,H.J.,Historia...op. cit., p. 93.<br />

70 GÓMEZ MENDOZA,J.,yMATA OLMO, R., «Actuaciones...», op. cit., pp. 24 y 26.<br />

71 GROOME, H., Historia..., op. cit., p. 107.<br />

72 En todo caso, y a la luz de los últimos datos, parece que las coníferas no deben ser consideradas como una especie ajena o una etapa<br />

intermedia en el proceso de sucesión de los bosques peninsulares hacia un clímax caracterizado por las frondosas. Los resultados<br />

paleobiogeográficos otorgan un papel dominante a este tipo de árboles desde el cuaternario en ecosistemas del sur y sureste peninsular, así<br />

como en otras zonas del territorio. Vid. COSTA TENORIO, M., et al., «La evolución de los bosques en la Península Ibérica: una interpretación<br />

basada en datos paleobiogeográficos», Ecología, 1, 1990, pp. 31-58.<br />

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