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Libre - Fundación César Manrique

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por la mayoría de los teóricos del subdesarrollo. Sin embargo, a efectos del presente trabajo, nos<br />

interesa destacar la siguiente circunstancia: a la dominación económica que implica el escaso valor<br />

añadido proporcionado por las mercancías exportadas desde los países empobrecidos en relación<br />

con la alta valoración monetaria que se le procura a los productos exportados desde el<br />

centro, se añade el hecho del deterioro y expoliación de recursos naturales en términos físicos<br />

y ecológicos.Así, se da la paradoja de que los países empobrecidos no están únicamente especializados<br />

en la exportación de aquellos productos que generan menor valor añadido monetario, sino que son<br />

precisamente estas mercancías las que, por el contrario suponen mayor coste físico de reposición e incorporan<br />

más energía y materiales (recursos naturales). Aportando de paso, en una estrategia que prima<br />

las exportaciones, el «combustible» necesario para el crecimiento de aquellos países que, ya de por sí,<br />

dan muestras evidentes de «sobredesarrollo», mientras se niega el acceso a los bienes básicos a una<br />

población necesitada de ello. Pero si a las cifras convencionales en términos monetarios sobre el<br />

origen y el destino de las exportaciones e importaciones mundiales por grupos de países, les<br />

añadimos los flujos físicos en tonelaje correspondientes a esas cifras monetarias, la representación<br />

que obtendremos resultará más clarificadora de lo que tratamos de decir.<br />

En la Tabla 7.5. se han representado los flujos en tonelaje agregados para los diferentes grupos<br />

de productos. Este cuadro muestra, a nuestro juicio y de modo muy gráfico, el actual deterioro<br />

y dominación ecológica a que se ve sometido el Tercer Mundo a través del mecanismo del<br />

comercio internacional. Como se puede observar, a los países industrializados no les es suficiente,<br />

para mantener su modelo de producción y consumo actual, con la utilización de los recursos<br />

procedentes de la corteza terrestre que están bajo su propio territorio, sino que necesitan<br />

importar ingentes toneladas de energía y materiales de los países empobrecidos. He aquí el reverso<br />

del argumento relativo a las «ganancias derivadas del comercio» manejado con frecuencia por<br />

la teoría del comercio internacional. Resulta difícil, a la vista de los datos, seguir manteniendo<br />

que, ante este drenaje de recursos físicos sujetos a degradación irreversible en los procesos productivos,<br />

el resultado final arroje beneficios económicos en forma de aumento de las posibilidades<br />

de consumo y producción para aquellos territorios que se ven obligados a ceder estos<br />

recursos. Siendo rigurosos hay que decir que el comercio internacional, desde el punto de vista<br />

ecológico, se presenta como un juego de suma cero con tendencia negativa que se salda con un<br />

deterioro creciente 52. Las pérdidas, en este caso, pueden muy bien materializarse a través de esos<br />

mil cien millones de toneladas de entrada neta de materiales que van a parar a los países desarrollados<br />

procedentes del resto del mundo. El grueso de este flujo lo constituyen los combustibles,<br />

cuyo volumen ascendía al 87 por 100 del total de las entradas netas en 1981, manteniéndose en<br />

niveles similares en 1990. El segundo lugar en importancia recae sobre las importaciones netas<br />

procedentes de las industrias extractivas cerrándose de esta manera un ciclo comercial que pre-<br />

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