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Libre - Fundación César Manrique

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la utilización de las enseñanzas de las ciencias de la naturaleza para ayudar a representar adecuadamente<br />

los procesos económicos.En parte porque las propias ciencias naturales proporcionaban buenos<br />

argumentos para terciar en la polémica sobre los límites al crecimiento y, de otro lado, porque<br />

parecía oportuno cambiar la representación analítica convencional del proceso económico que se<br />

desarrollaba de espaldas a las enseñanzas de saberes bien asentados como la Termodinámica y la<br />

Biología.Y como las candidatas a estrechar lazos con la Economía parecían ser desde antiguo estas<br />

dos disciplinas, dichas pretensiones rescataban inconscientemente algunas de las propuestas de los<br />

viejos pioneros e intentaban aprovechar los conceptos y nociones de campos más consolidados para<br />

fortalecer las explicaciones económicas sobre el mundo real. De todas formas no han sido fáciles<br />

las relaciones con otras disciplinas: en gran parte porque la analogía mecanicista heredada por la<br />

economía convencional desde finales del siglo XIX hace descansar las formulaciones teóricas de los<br />

economistas sobre hipótesis que apelan a sociedades atomísticas, donde los individuos se mueven<br />

impulsados por fuerzas como la maximización de la utilidad o del beneficio; amparados, a su vez, por<br />

un mercado en el que se fusionan armónica y óptimamente todos los intereses 50 .<br />

Es de sobra conocido que los trabajos de Jevons —y su célebre declaración concibiendo la Economía<br />

como «la mecánica de la utilidad y del interés propio»— así como las aportaciones de Walras<br />

identificando los procesos de producción y consumo con las ecuaciones del movimiento de la<br />

mecánica clásica dieron el respaldo formal a la operación 51 . De hecho, la influencia del dogma mecanicista<br />

en Economía durante el presente siglo sigue siendo tal que, todavía en 1971, cuando la propia<br />

Física ya había reformulado tiempo atrás su paradigma a tenor de las aportaciones de Einstein y Planck,<br />

era valida aún —y todavía no ha perdido un ápice de vigor— la afirmación con la que Georgescu-<br />

Roegen abría su principal contribución: «Ninguna otra ciencia sino la economía ha sido criticada por<br />

sus propios servidores de forma tan abierta y tan incesante. Los motivos de insatisfacción son numerosos,<br />

pero el más importante de ellos tiene que ver con la ficción del homo oeconomicus. El principal<br />

motivo de queja es que tal ficción despoja a la conducta humana de toda propensión cultural lo<br />

que equivale a decir que, en su vida económica, el hombre actúa mecánicamente» 52 . Sin embargo, la<br />

excesiva rigidez de los planteamientos mecanicistas en Economía ha llevado a algunos, desde hace<br />

tiempo, a explorar nuevas metáforas, siendo un campo especialmente abonado el de la Biología.<br />

4.1. Dos formas de entender en Economía el uso de las metáforas<br />

procedentes de la Biología<br />

«El recurso a la biología —señalaba hace años G.M. Hodgson— se apoya en la creencia de<br />

que el mundo real de los fenómenos económicos tiene mucho más que ver con los organismos<br />

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