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Libre - Fundación César Manrique

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de nuevo por las posibilidades de los cultivos energéticos. En un sentido algo más matizado pueden consultarse los artículos de mediados<br />

de los ochenta de J. Frías ya citados.<br />

91 FERNÁNDEZ, J., «La agricultura como productora de energía», op. cit., p. 30.<br />

92 FRÍAS SAN ROMÁN, J., «Posibilidades de aprovechamiento económico de la biomasa residual», op. cit., p. 219.<br />

93 Ibid., p. 220.<br />

94 Existe un debate —no resuelto del todo— respecto a la correcta definición de la erosión como «desertización» o «desertificación». Nosotros<br />

hemos optado por realizar la distinción en función de la acción antrópica (humana) en el proceso, siguiendo, en este sentido a SANZ DONAIRE,<br />

J. J., y GARCÍA RODRÍGUEZ, M.P.,«Desertificación, erosión y degradación de suelos», Situación, 2, 1991, p. 58. Otros, por el contrario, diferencian<br />

entre ambos términos pero en un sentido muy distinto: reservan «desertización» para un uso socioeconómico, como el proceso general de<br />

despoblamiento por causas naturales, mientras que la «desertificación» respondería a la degradación de los parámetros ambientales del suelo<br />

por influencia climática o malas prácticas humanas. Vid. DÍAZ ÁLVAREZ, M.C.,yALMOROX ALONSO, J., «La erosión del suelo», El Campo, 131,<br />

1994, pp. 81-82. Es probable que la causa de este «desajuste terminológico» se corresponda, como en tantas ocasiones, con las diferentes<br />

procedencias de los que se asoman al problema, dependiendo de si uno es geógrafo, ingeniero agrónomo, hidrólogo, ecólogo, etc.<br />

95 La expresión es la siguiente: A = 2,24 x R x K x L x S x C x P; donde «A» es la pérdida anual de suelo en tm/ha; «R» es el factor lluvia;<br />

«K» el factor erosionabilidad del suelo; «L» el factor de longitud de declive; «S» el factor de pendiente de declive; «C» el factor de cultivo<br />

y ordenación; y «P» factor de prácticas de conservación de suelos.<br />

96 MOPTMA, Medio Ambiente en España, 1990, p. 67.<br />

97 Citado por LÓPEZ LINAGE, J., «Crecimiento urbano y suelo fértil. El caso de Madrid en el período 1956-1980», Pensamiento Iberoamericano,<br />

12, 1987, p. 260.<br />

98 En España, la mayoría de los estudios sobre los procesos erosivos se han centrado en la erosión hídrica hasta tal punto que en la revisión<br />

de la literatura al respecto parecería que en nuestro territorio no existiese erosión eólica. Pero, como matizan DÍAZ ÁLVAREZ y ALMOROX:<br />

«La ausencia de datos y la falta de estudios sobre este tema no implica la no existencia del problema, ni que los daños que está produciendo<br />

no sean graves». Vid.DÍAZ ÁLVAREZ,M.C.,yALMOROX ALONSO, J., «La erosión del suelo», El Campo, 131, 1994, p. 82.<br />

99 SANZ DONAIRE,J.J.,yGARCÍA RODRÍGUEZ, M.P.,«Desertificación, erosión y degradación de suelos», op. cit., p. 65.<br />

100 SMIL,V., «Crop residues...», op. cit., p. 303.<br />

101 Tras varias dudas, consultas, y no pocas vacilaciones, hemos decidido aplicar los coeficientes recogidos por BRINGEZU, S.,ySCHÜTZ, H.,<br />

en su trabajo ya citado: Total Material Requirement of the European Union, EEA, n.º 56, p. 12.<br />

102 Ibid., pp. 89-90.<br />

103 Sin embargo, en algunos casos como las pajas de cereales, éstas pueden mezclarse con la tierra como consecuencia de lluvias torrenciales<br />

o determinadas labores dando lugar a una especie de «adobe natural» que impermeabiliza el suelo y agrava la erosión. Cfr. SANZ DONAIRE,J.<br />

J.,yGARCÍA RODRÍGUEZ, M.P.,«Desertificación, erosión y degradación de suelos», op. cit., p. 63.<br />

104 Véase, para este y otros aspectos ambientales relacionados con los cultivos de regadío: PÉREZ IBARRA, C.,«Alteraciones ambientales en<br />

las transformaciones a regadío», El Campo, 131, 1994, pp. 117-132 (para la erosión, especialmente pp. 121-125).<br />

105 CALATAYUD, S., y GINER, J. M., «El cambio técnico...», op. cit., p. 34.<br />

106 Ministerio de Fomento, Composición y valor del patrimonio..., op. cit., p. 44.<br />

107 Esta circunstancia de escasa fiabilidad de detectó hace ya tiempo cuando se intentó cuantificar la pérdida de suelo agrícola ligada al<br />

crecimiento urbano en la Comunidad de Madrid. Vid. GARCÍA ZALDIVAR, R.; GASCÓ MONTES, J.M.;LÓPEZ LINAGE, J., y NAREDO, J. M., Evaluación<br />

de la pérdida de suelo agrícola debido al proceso de urbanización.Análisis y recomendaciones. Madrid, MOPU, 1983. Un recomendable resumen de<br />

esa publicación se puede encontrar en el artículo de LÓPEZ LINAGE, J., «Crecimiento urbano...», op. cit., (en especial, las páginas 264-265 ofrecen<br />

varios ejemplos ilustrativos), 1987.<br />

108 Materia orgánica que, como es sabido, incluye tanto restos vegetales como animales en diferente grado de descomposición, además de<br />

los microorganismos y enzimas que viven en el suelo y que suponen entre el 1 y el 2 por 100 de la materia orgánica total.Véase, por ejemplo:<br />

LABRADOR, J., La materia orgánica en los agrosistemas, Madrid, MAPA-Mundiprensa, 1996.<br />

109 MOPU, Estudio sobre aprovechamiento de basuras, producción y utilización de compost, Madrid, 1980. Cfr. DEL VAL, A., «Aprovechamiento de<br />

residuos orgánicos fermentables», GAIA, 16, 1999, p. 30.<br />

110 SMIL,V., «Crop residues...», op. cit., p. 303.<br />

111 ARMAN, K., «Una agricultura alternativa», Agricultura y Sociedad, 26, 1983, pp. 127-128.<br />

112 NAREDO,J.M.,«El crisis del olivar...», op. cit., 1983, pp. 194-195; LÓPEZ GÁLVEZ,J.,yNAREDO, J. M., Sistemas de producción e incidencia ambiental<br />

del cultivo en suelo enarenado y en sustratos, Madrid, <strong>Fundación</strong> Argentaria-Visor, 1996. Un resumen de estos aspectos puede consultarse en<br />

el breve artículo de NAREDO,J.M.,«Sobre la reposición natural y artificial de agua y de nutrientes en los sistemas agrarios y las dificultades<br />

que comporta su medición y seguimiento», en: GARRABOU,R.,yNAREDO, J. M. (eds.), La fertilización... op. cit., pp. 17-33.<br />

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