73 NAREDO,J.M.,yMÁRQUEZ, J., Tentativa de evaluación económica de las repoblaciones forestales realizadas por el Estado (1940-1983), mimeografiado, 1987. 74 GARCÍA ABRIL,A., et al., «La repoblación forestal», en:ADENA/WWL, El libro rojo de los bosques españoles, Madrid, 1989, pp. 237-276. 75 GARCÍA DORY, M.A., et al., «Evolución de la superficie arbolada de España durante el período 1947-1975», Quercus, 13, 1984, pp. 9-14. 76 Vale la pena traer a colación algunas de las frases de dicho informe: «España no está bien dotada de bosques —afirman el BIRD y la FAO—. En efecto, 2,81 millones de hectáreas de monte alto y bajo están dotadas de encinas, que sólo producen bellotas». Cfr. ALONSO MILLÁN, J., Una tierra abierta..., op. cit., p. 249. 77 GROOME, H.J.,Historia..., op. cit., p. 175. Esta afirmación es muy importante sobre todo porque si uno acude a las cifras otorgadas por el propio ICONA o el MAPA observa que la proporción entre ambos tipos de repoblaciones es justo la contraria, queriendo así otorgar una finalidad protectora a un organismo que, en muchas ocasiones, se ha caracterizado por todo lo contrario. 78 Por ejemplo, el propio Ortuño no sólo fue Subdirector del Patrimonio Forestal del Estado, sino Consejero de la empresa ENCE.Así mismo, Martínez Hermosilla, alternó sus períodos al servicio de la administración forestal con puestos en numerosas empresas del sector celulósico como SNIACE,TAFISA, CUBERC, o APF. Vid.GROOME,H.J.,op. cit., pp. 324-325. 79 CASTROVIEJO, S., et al., «Política forestal de España (1940-1985)», Quercus 19, 1985, pp. 1-51. Citado por: ABAD,C.,yCAMPOS, P.,«Economía, Conservación y Gestión Integral del Bosque Mediterráneo», Pensamiento Iberoamericano, 12, 1987, p. 226.Y esto descontando la presencia de otra serie de motivos intencionados que, al amparo de intereses especulativos han alimentado la quema de ecosistemas forestales en los últimos años. 80 En efecto, cuando se comparan el beneficio neto y la rentabilidad de explotaciones madereras (de pino o eucalipto) y de dehesas en el oeste y suroeste peninsular se concluye que las segundas arrojan unos resultados entre el 22 y el 100 por 100 superiores a las primeras. Cfr. ABAD,C.,yCAMPOS, P.,«Economía, Conservación...», op. cit., p. 227. 81 Véase, por ejemplo: QUEZEL, P.;TOMASELLI, R., y MORANDINI, R., Bosque y maquia mediterráneos. Ecología, conservación y gestión, Barcelona, Serbal, 1982; CAMPOS,P.,Economía y energía..., op. cit. CAMPOS,P.,yMARTÍN BELLIDO, M. (coords.), Conservación y desarrollo de las dehesas portuguesa y española, Madrid, MAPA, 1987. ABAD,C.,yCAMPOS, P.,«Economía, Conservación...», op. cit. 82 Se pueden consultar, a este respecto, dos trabajos pioneros de CAMPOS,P.,«Valores comerciales y ambientales de las dehesas españolas», Agricultura y Sociedad, 66, 1993, pp. 9-41; y también: «Economía de los espacios naturales. El valor económico total de las dehesas ibéricas», Agricultura y Sociedad, 73, pp. 103-120. 83 Como se hace constar en el anexo metodológico, las pajas de cereales como residuo de cultivo no las hemos computado como flujo oculto sino como flujo directo ganadero, equiparándolas al pasto, pues su destino mayoritario es la alimentación de ganado. Esto cambia algo las cifras totales respecto de nuestra anterior estimación aparecida en el artículo de 2002 en la que sí se habían considerado flujos ocultos agrícolas. 84 SMIL,V., «Crop residues:Agriculture’s largest harvest», Bioscience,Vol. 49, n.º 4, 1999, pp. 299 y 300. Los datos aportados por Smil son coherentes con la estimación realizada por Dolores Romano para 1991 arrojando una cifra de residuos agrarios de 1.800 millones de toneladas. Vid. NAREDO,J.M.,yVALERO, A. (dirs.), Desarrollo económico... op. cit., p. 92. 85 Ibid., p. 299. 86 El citado Vaclav Smil ha denunciado este hecho poniendo de manifiesto que, en la actualidad, ningún país ofrece una estadística solvente sobre la generación de residuos de cultivos agrícolas. 87 Un equipo de la ETSIA de Madrid elaboró en 1980 un informe para el MAPA titulado: «Aplicación de las fuentes alternativas de energía para la agricultura», (4 volúmenes), obteniendo una biomasa residual para 1979 de 67,8 millones de toneladas, correspondiendo la mitad a los residuos agrícolas.Véase, para un resumen: FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, J., «La agricultura como fuente productora de energía», Agricultura y Sociedad, 24, 1982, pp. 157-179. El trabajo de base para mediados de la década de los ochenta lo elaboró ENADIMSA, Aspectos económicos del aprovechamiento energético de la biomasa residual,Abril, 1983. Este documento sirvió a las estimaciones realizadas para 1984 y 1985 por FRÍAS SAN ROMÁN, J., «Posibilidades de aprovechamiento económico de la biomasa residual», Agricultura y sociedad, 34, 1985, p. 219-236. Este autor estimaba para 1984 y 1985 en 25,0 y 25,6 millones de toneladas los residuos procedentes de cultivos agrícolas, cifras éstas similares a las 26,7 y 24,6 millones de toneladas que ofrecen nuestros cálculos para esos mismos años. En la misma línea: «Los residuos como fuente de energía y materiales en el marco de la integración de España en al CEE», Información Comercial Española, Junio 1986, pp. 99-111. 88 DE MARCO,O.,et al.., «Material Flow Analysis of the Italian Economy», op. cit., p. 33. 89 SMIL,V., «Crop residues...», art. cit., p. 300. 90 Uno de los defensores más entusiastas de esta idea en España es, ya desde los años setenta, Jesús Fernández González. Puede consultarse, por ejemplo, su trabajo de 1977: «Agroenergética», Agricultura, 46, pp. 541-545; o también, «La agricultura como productora de energía», Ingeniería Química, Noviembre, 1980, pp. 23-32. Recientemente ha insistido en sus propuestas ayudado por las disposiciones del último Plan de Fomento de Energías Renovables de 1999. Vid.FERNÁNDEZ, J., «Energía de la biomasa (I) y (II)», 2001, en: MORÁN,F.,yRODRÍGUEZ-FERNÁNDEZ, Y. (coords.), Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible. Gestión, energía y salud, Madrid, Foro Complutense, 2001, pp. 273-305.También, el documentado análisis de MENÉNDEZ, E., Energías renovables, sustentabilidad y empleo, Madrid, Los Libros de la Catarata, 2001, pp. 155-186, parece decantarse 326
de nuevo por las posibilidades de los cultivos energéticos. En un sentido algo más matizado pueden consultarse los artículos de mediados de los ochenta de J. Frías ya citados. 91 FERNÁNDEZ, J., «La agricultura como productora de energía», op. cit., p. 30. 92 FRÍAS SAN ROMÁN, J., «Posibilidades de aprovechamiento económico de la biomasa residual», op. cit., p. 219. 93 Ibid., p. 220. 94 Existe un debate —no resuelto del todo— respecto a la correcta definición de la erosión como «desertización» o «desertificación». Nosotros hemos optado por realizar la distinción en función de la acción antrópica (humana) en el proceso, siguiendo, en este sentido a SANZ DONAIRE, J. J., y GARCÍA RODRÍGUEZ, M.P.,«Desertificación, erosión y degradación de suelos», Situación, 2, 1991, p. 58. Otros, por el contrario, diferencian entre ambos términos pero en un sentido muy distinto: reservan «desertización» para un uso socioeconómico, como el proceso general de despoblamiento por causas naturales, mientras que la «desertificación» respondería a la degradación de los parámetros ambientales del suelo por influencia climática o malas prácticas humanas. Vid. DÍAZ ÁLVAREZ, M.C.,yALMOROX ALONSO, J., «La erosión del suelo», El Campo, 131, 1994, pp. 81-82. Es probable que la causa de este «desajuste terminológico» se corresponda, como en tantas ocasiones, con las diferentes procedencias de los que se asoman al problema, dependiendo de si uno es geógrafo, ingeniero agrónomo, hidrólogo, ecólogo, etc. 95 La expresión es la siguiente: A = 2,24 x R x K x L x S x C x P; donde «A» es la pérdida anual de suelo en tm/ha; «R» es el factor lluvia; «K» el factor erosionabilidad del suelo; «L» el factor de longitud de declive; «S» el factor de pendiente de declive; «C» el factor de cultivo y ordenación; y «P» factor de prácticas de conservación de suelos. 96 MOPTMA, Medio Ambiente en España, 1990, p. 67. 97 Citado por LÓPEZ LINAGE, J., «Crecimiento urbano y suelo fértil. El caso de Madrid en el período 1956-1980», Pensamiento Iberoamericano, 12, 1987, p. 260. 98 En España, la mayoría de los estudios sobre los procesos erosivos se han centrado en la erosión hídrica hasta tal punto que en la revisión de la literatura al respecto parecería que en nuestro territorio no existiese erosión eólica. Pero, como matizan DÍAZ ÁLVAREZ y ALMOROX: «La ausencia de datos y la falta de estudios sobre este tema no implica la no existencia del problema, ni que los daños que está produciendo no sean graves». Vid.DÍAZ ÁLVAREZ,M.C.,yALMOROX ALONSO, J., «La erosión del suelo», El Campo, 131, 1994, p. 82. 99 SANZ DONAIRE,J.J.,yGARCÍA RODRÍGUEZ, M.P.,«Desertificación, erosión y degradación de suelos», op. cit., p. 65. 100 SMIL,V., «Crop residues...», op. cit., p. 303. 101 Tras varias dudas, consultas, y no pocas vacilaciones, hemos decidido aplicar los coeficientes recogidos por BRINGEZU, S.,ySCHÜTZ, H., en su trabajo ya citado: Total Material Requirement of the European Union, EEA, n.º 56, p. 12. 102 Ibid., pp. 89-90. 103 Sin embargo, en algunos casos como las pajas de cereales, éstas pueden mezclarse con la tierra como consecuencia de lluvias torrenciales o determinadas labores dando lugar a una especie de «adobe natural» que impermeabiliza el suelo y agrava la erosión. Cfr. SANZ DONAIRE,J. J.,yGARCÍA RODRÍGUEZ, M.P.,«Desertificación, erosión y degradación de suelos», op. cit., p. 63. 104 Véase, para este y otros aspectos ambientales relacionados con los cultivos de regadío: PÉREZ IBARRA, C.,«Alteraciones ambientales en las transformaciones a regadío», El Campo, 131, 1994, pp. 117-132 (para la erosión, especialmente pp. 121-125). 105 CALATAYUD, S., y GINER, J. M., «El cambio técnico...», op. cit., p. 34. 106 Ministerio de Fomento, Composición y valor del patrimonio..., op. cit., p. 44. 107 Esta circunstancia de escasa fiabilidad de detectó hace ya tiempo cuando se intentó cuantificar la pérdida de suelo agrícola ligada al crecimiento urbano en la Comunidad de Madrid. Vid. GARCÍA ZALDIVAR, R.; GASCÓ MONTES, J.M.;LÓPEZ LINAGE, J., y NAREDO, J. M., Evaluación de la pérdida de suelo agrícola debido al proceso de urbanización.Análisis y recomendaciones. Madrid, MOPU, 1983. Un recomendable resumen de esa publicación se puede encontrar en el artículo de LÓPEZ LINAGE, J., «Crecimiento urbano...», op. cit., (en especial, las páginas 264-265 ofrecen varios ejemplos ilustrativos), 1987. 108 Materia orgánica que, como es sabido, incluye tanto restos vegetales como animales en diferente grado de descomposición, además de los microorganismos y enzimas que viven en el suelo y que suponen entre el 1 y el 2 por 100 de la materia orgánica total.Véase, por ejemplo: LABRADOR, J., La materia orgánica en los agrosistemas, Madrid, MAPA-Mundiprensa, 1996. 109 MOPU, Estudio sobre aprovechamiento de basuras, producción y utilización de compost, Madrid, 1980. Cfr. DEL VAL, A., «Aprovechamiento de residuos orgánicos fermentables», GAIA, 16, 1999, p. 30. 110 SMIL,V., «Crop residues...», op. cit., p. 303. 111 ARMAN, K., «Una agricultura alternativa», Agricultura y Sociedad, 26, 1983, pp. 127-128. 112 NAREDO,J.M.,«El crisis del olivar...», op. cit., 1983, pp. 194-195; LÓPEZ GÁLVEZ,J.,yNAREDO, J. M., Sistemas de producción e incidencia ambiental del cultivo en suelo enarenado y en sustratos, Madrid, <strong>Fundación</strong> Argentaria-Visor, 1996. Un resumen de estos aspectos puede consultarse en el breve artículo de NAREDO,J.M.,«Sobre la reposición natural y artificial de agua y de nutrientes en los sistemas agrarios y las dificultades que comporta su medición y seguimiento», en: GARRABOU,R.,yNAREDO, J. M. (eds.), La fertilización... op. cit., pp. 17-33. 327
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mente comparar la dieta vegetariana
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ejemplo, en el caso de España, sat
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pado para la alimentación— con u
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«La extracción de productos del m
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Tabla 6.9. Huella ecológica de la
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Gráfico 6.6 Evolución de la huell
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P. Vegetales (media simple) Carne (
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lución manifestada por un indicado
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Tabla 6.13. Requerimientos de tierr
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el componente animal en la dieta (s
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Gráfico 6.10 Huella ecológica de
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Gráfico 6.12 Huella ecológica de
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-4.000.000 -3.500.000 -3.000.000 -2
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Gráfico 6.14 Huella de pastos per
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Tabla 6.16. Composición de la huel
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diferentes posibilidades barajadas
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Gráfico 6.19 Emisiones de dióxido
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Gráfico 6.21 Curva de Kuznets Ambi
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Tabla 6.17. Evolución de la huella
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Tabla. 6.18. Estructura porcentual
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Hectáreas por habitante Gráfico 6
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10. LA HUELLA «ECOLÓGICA» DE LA
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Tabla 6.21. Comparación internacio
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to equilibrio entre capacidad y hue
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como exponemos en el Anexo Metodol
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no destinados al consumo hasta otro
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7 El surgimiento de la «burbuja co
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orientado a esconder el carácter c
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te generalmente al hecho de que «.
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2.1. Intentos convencionales para s
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vencionales que se han ocupado de l
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Tabla 7.1. Rangos de factores de em
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con origen en los países ricos (a
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Coste físico K 0 POBRES Gráfico 7
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atractores de capitales que ejercen
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160 140 120 100 80 60 40 20 0 1991
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Tabla 7.5. Flujos comerciales netos
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tar las relaciones económicas inte
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Tabla 7.7. Valor de las importacion
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Gráfico 7.5 Evolución de la «Bur
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250.000 200.000 150.000 100.000 50.
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vamente en 2000). Sin embargo, cuan
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Tabla 7.8. Balanza comercial físic
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Gráfico 7.11 Comparación entre la
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sión del modelo de Heckscher-Ohlin
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1975 y 1985); duplicando en apenas
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caso, supera el 50 por 100 al final
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Tabla 7.13. Distribución geográfi
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Tabla 7.14. «Valor medio» de las
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5.3. El carácter ambivalente de la
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50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 1962
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6. A MODO DE CONCLUSIÓN Las págin
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17 DALY, H. E., y GOODLAND, R., «A
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54 MURADIAN,R.,yMARTÍNEZ ALIER, J.
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8 Del medio ambiente físico al «m
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económica, en un proceso en el cua
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Cabe recordar que, por lo que hace
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Tabla 8.2. Flujos de inversión ext
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Tabla 8.4. Origen geográfico de la
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2000, donde el crecimiento medio an
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sería del 26 al 11 por 100. Los da
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te compensado —en los años en lo
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Tabla 8.6. Flujos de inversión esp
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esta salida de capitales se vio com
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Tabla 8.8. Destino geográfico de l
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ocasionando la apropiación de esto
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Tabla 8.11. La adquisición como pr
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inversión extranjera. De esta mane
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Tabla 8.12. Balance Nacional y evol
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las acciones que, por sí solas, cu
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financieros 55 que han recorrido nu
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vidad del sector público que dejó
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Mientras en los primeros años de l
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60 50 40 30 20 10 0 Gráfico 8.8 Ca
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70 60 50 40 30 20 10 0 Gráfico 8.1
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Se comprende entonces que, en este
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poder de las mismas empresas no fin
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7. REFLEXIÓN FINAL SOBRE LAS PARAD
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sino, de una manera curiosa, por la
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NOTAS 1 SODDY,F.,«Economía Cartes
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34 Como señala E. Ontiveros, es pr
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73 Uno reciente que realiza un repa
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Conclusiones Parece que un libro de
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la de casi otra tonelada. Pero a pe
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incremento en la utilización de re
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España fue pagada con la misma mon
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NOTAS 1 LEOPOLD,A., Una ética de l
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Anexo Metodológico Nota previa Nue
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ductos de cantera (arcilla, arena y
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Sobre la Huella Ecológica (HE) Las
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laciones anuales de terrenos desnud
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Bibliografía
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ÁLVAREZ DE MON, R., «Problemas de
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BINSWANGER, M., «Technical progres
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CARPINTERO, O., «Economía y cienc
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DANIELS, P. L., «Approaches for Qu
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FARRÉ, L., El efecto riqueza sobre
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GASCÓ,J.M.,y GASCÓ, A. M., «Adap
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HABERL, H., «Menschliche Eingriffe
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JEVONS,W. S., The Theory of Politic
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LUDWIG,A., y SLOK, T., «The impact
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MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE, Plan
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ONTIVEROS, E., «La apertura financ
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REPETTO, R.; MAGRATH,W.;WELLS, M.;
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SHAIK, A., «Leyes de producción y
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VAN DEN BERGH, J., y VAN DER STRAAT
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Anexo Estadístico
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