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Libre - Fundación César Manrique

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na, el Anuario registraba incrementos de la superficie agraria útil en más de veinte puntos entre<br />

1956 y 1982 107 .Así las cosas, no parece razonable conceder demasiado crédito a una rúbrica que<br />

ya de por sí aparece como «residuo» en la cuantificación de la distribución de la tierra en nuestro<br />

país. Dada su naturaleza estadística, incorpora no sólo aquello que queda fuera de las otras<br />

clasificaciones, sino también los errores en la medición de las distintas partidas, por lo que difícilmente<br />

puede ayudar a contabilizar la creciente ocupación de suelo llevada a cabo al amparo<br />

de los sucesivos «booms» inmobiliarios de los últimos años. Bastará, por el momento, con tomar<br />

nota de dicha deficiencia a la espera de que la «puesta a punto» de aquellas metodologías propuestas<br />

hace casi dos décadas en estudios parciales, se generalicen debidamente al conjunto del<br />

territorio.<br />

5. SOBRE LA SOSTENIBILIDAD AGRARIA, LA NECESIDAD DE CERRAR LOS<br />

CICLOS Y LOS ESCOLLOS INSTITUCIONALES PARA LOGRARLO<br />

Estamos ya en disposición de retroceder un poco en nuestra argumentación para recuperar<br />

algunos cabos que dejamos momentáneamente sueltos. Se recordará que comenzamos el<br />

anterior epígrafe ofreciendo una estimación de los flujos ocultos relacionados con el sistema<br />

agrario español, para acabar refiriéndonos a los problemas derivados de la erosión y la pérdida<br />

de cubierta vegetal de los suelos.Ambos extremos se pueden y se deben entrelazar con fuerte<br />

nudo, vinculando así la gestión de los residuos orgánicos con el freno a los procesos de desertificación<br />

y el logro de la sostenibilidad agraria. Aunque los datos de erosión ofrecidos en las<br />

tablas anteriores eran lo suficientemente elocuentes, tenían el «inconveniente» de basarse en el<br />

cálculo teórico de la Ecuación Universal de Pérdida de Suelo, razón por la que informaban más<br />

de la dispersión —que de la pérdida— dejando al margen otros procesos relacionados con la<br />

reducción de la fertilidad igualmente importantes. Cabe ahora añadir, por ejemplo, que si bien<br />

los cultivos cosechados se han llevado una importante cantidad de nutrientes y elementos fertilizantes,<br />

de igual manera los residuos de la cosecha aportan una considerable cantidad de materia<br />

orgánica al suelo 108 .Ya mencionamos que el mejor uso que se le podía dar a los residuos agrarios<br />

en un país con las características edáficas como el nuestro era la devolución de los mismos al<br />

suelo del que fueron extraídos. Una parte de ellos están representados en los más de cuarenta<br />

millones de toneladas generadas a mediados de los noventa, a los que podríamos sumar los casi<br />

90 millones de estiércol ganadero y los 15 millones de residuos sólidos urbanos —no computados<br />

por nosotros, y que incorporados arrojarían una cifra cercana a los 150 millones de tone-<br />

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