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Libre - Fundación César Manrique

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tar las relaciones económicas internacionales como un «intercambio ecológicamente desigual», trayendo<br />

a colación, pero con un nuevo impulso, alguna de las críticas formuladas desde la teoría crítica<br />

del desarrollo económico de los años cincuenta y sesenta 53 . Este deterioro de la relación de<br />

intercambio en términos ambientales ha sido denunciado también recientemente al comparar la<br />

evolución de los precios y de las cantidades para una serie de recursos minerales exportados desde<br />

el sur hacia el norte.Así, entre 1971 y 1996, el declive en los precios de productos específicos como<br />

el hierro, el aluminio, el petróleo, el gas natural o el zinc en porcentajes que van desde el 12 hasta<br />

el 31 por 100 ha convivido con incrementos en el tonelaje exportado del 128 y el 660 por 100 54 .<br />

No parece por tanto que, tal y como concluyen Muradian y Martínez Alier, «...tenga lugar un desacoplamiento<br />

entre el crecimiento económico del Norte y los recursos importados desde el Sur» 55 .<br />

Ahora bien, el «intercambio ecológicamente desigual» se puede también hacer operativo y<br />

cuantificable por el lado de los residuos y la contaminación. Desde el momento en que el coste<br />

ambiental en residuos incorporado en las importaciones de un país sea mayor que el incorporado<br />

en sus exportaciones diremos que el intercambio ecológicamente desigual mejora y viceversa.<br />

Si tomamos, por ejemplo, como indicador las emisiones de contaminantes atmosféricos incorporadas<br />

a los productos comercializados entre los países, podremos averiguar la posición ocupada<br />

por cada grupo de economías en particular 56 . La reflexión desde este ángulo pone de relieve la<br />

complejidad del asunto, invitando a matizar algunas afirmaciones sobre la excesiva homogeneidad<br />

en los patrones de los propios países ricos. El análisis de las emisiones muestra, en este sentido,<br />

algunas diferencias dentro del grupo de las principales economías del planeta (Estados Unidos,<br />

Japón y Europa Occidental) entre 1976 y 1994. Mientras Japón y Europa Occidental mantienen<br />

su posición favorable en el intercambio ecológico —debido a las fuertes importaciones de hierro<br />

y acero procedentes de los «países en desarrollo», y a las emisiones asociadas a ellas—, Estados<br />

Unidos empeora su relación de intercambio ecológico con los países pobres a causa del incremento<br />

en las exportaciones de minerales no férreos, productos petrolíferos y plásticos con<br />

destino al tercer mundo. Lo que lleva a concluir que «...no existe un patrón uniforme de intercambio<br />

ecológico entre los países industrializados y las regiones en desarrollo» 57 .<br />

Dejando a un lado las emisiones y volviendo a los flujos de recursos naturales, recientemente<br />

se ha desarrollado una investigación 58 que recoge los flujos físicos de una buena parte de los países<br />

ricos —la Unión Europea (UE)— complementando, para casi la última década (1989-1999)<br />

nuestro análisis más global anterior.Tal y como revela dicho trabajo, las importaciones físicas de<br />

la Unión se incrementaron en un 40 por 100 en los últimos diez años, pasando de los casi 1.000<br />

millones de toneladas al acabar la década de los ochenta a los más de 1.400 millones de 1999. Si<br />

a esto añadimos que las exportaciones en tonelaje apenas han pasado de los 250 millones en 1989<br />

a los 375 de 1999, veremos que por cada tonelada que sale de la UE, entran en su territorio 3,7<br />

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