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Libre - Fundación César Manrique

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físicas. En este sentido se presentan como materias primas del modelo la producción —al coste<br />

de los factores— de los sectores básicos (agricultura, silvicultura y pesca; las industrias extractivas,<br />

la electricidad el gas y el agua) más las importaciones de bienes y servicios. Respecto a los<br />

resultados, la complementariedad factorial se traduce en un problema estadístico de multicolinealidad<br />

reflejado en que la bondad de los ajustes obtenidos es suficiente para explicar las variaciones<br />

de la producción, pues cada input individualmente incorpora implícitamente las variaciones<br />

del resto.<br />

Después de esta propuesta veremos desaparecerá cualquier consideración o alusión, aunque<br />

sea indirecta, al papel de los recursos naturales en la explicación de la dinámica del crecimiento,<br />

asistiendo a una sucesión, más o menos periódica, de aplicaciones acríticas de funciones<br />

agregadas de producción. 23 Conviene sin embargo recaer sobre un puñado de ejercicios<br />

que, debido a las pretensiones manifestadas en términos temporales, han influido poderosamente<br />

en la transmisión de la versión «canónica» de las fuentes del crecimiento de la economía española<br />

24 . En efecto, economistas como R. Myro, J.L Raymond, F. Suárez Bernaldo de Quirós, F. Pérez,<br />

M. Mas, etc., han realizado estimaciones sobre las fuentes del crecimiento de la economía española<br />

que, partiendo de un esquema como el de Solow —más o menos modificado—, vienen<br />

apuntalando la idea de que la utilización de los inputs aporta poco a la explicación del crecimiento<br />

y que, entre los elementos que explican el gran tamaño del residuo, y por tanto el crecimiento<br />

español, no hay que buscar la influencia de otros elementos como los recursos naturales<br />

sino, principalmente, acudir al progreso técnico, las economías de escala, la diferente<br />

cualificación del trabajo, o la presencia de competencia oligopolística. No obstante, entre estos<br />

trabajos nos encontramos una variedad de matices aunque siempre ignorando las cuestiones<br />

ambientales. Así, por ejemplo, Rafael Myro amparándose en sus propios cálculos y los de Suárez<br />

Bernaldo de Quirós sentencia que el tamaño del residuo demuestra que «la mayor parte<br />

del crecimiento de la productividad del trabajo se debió al progreso técnico, cuyo papel fue crucial durante<br />

los años sesenta y setenta» 25 .Al identificar este factor residual con el progreso técnico se hace<br />

necesario a su vez analizar ese elemento, ante lo cual Myro desgrana lo que serán las explicaciones<br />

de la evolución de ese cambio técnico —no sin alguna tautología— apuntando precisamente<br />

a las variables que no han sido introducidas en el análisis y que constituyen precisamente<br />

el residuo: el avance de la relación capital-producto, el esfuerzo tecnológico, la cualificación de<br />

la mano de obra, la movilidad empresarial, las mejoras en la organización y gestión, o las economías<br />

externas.<br />

Esta confusión y ambigüedad aparece también en N. Carrasco quien tras: «...estimar la productividad<br />

total de los factores (PTF) identificándola, como es ya tradicional en la literatura económica,<br />

con el crecimiento tecnológico o cambio técnico...», no tiene más remedio que reco-<br />

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