10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> LaberintoBajé <strong>la</strong> mirada, pero <strong>la</strong> chica parecía completamente normal y yo estabademasiado asustado para hacer preguntas. Llegué corriendo al vestíbulo, mientrasel<strong>la</strong>s se reían a mis espaldas.—¡Aquí estás! —exc<strong>la</strong>mó Paul—. ¡Bienvenido a Goode!—Ho<strong>la</strong>, Paul... esto... señor Blofis. —Lancé una mirada atrás, pero <strong>la</strong>s extrañasanimadoras ya habían desaparecido.—Cualquiera diría que acabas de ver un fantasma.—Sí, bueno...Paul me dio una palmada en <strong>la</strong> espalda.—Oye, ya sé que estás nervioso, pero no te preocupes. Aquí hay un montón dechicos con Trastorno Hiperactivo por Déficit de Atención y dislexia. Los profesoresconocen el problema y te ayudarán.Casi me daban ganas de reír. Como si el THDA y <strong>la</strong> dislexia fuesen mis mayoresproblemas... O sea, ya me daba cuenta de que Paul quería ayudarme, pero, si lehubiera contado <strong>la</strong> verdad sobre mí, habría creído que estaba loco o habría salidocorriendo dando a<strong>la</strong>ridos.Aquel<strong>la</strong>s animadoras, por ejemplo. Tenía un mal presentimiento sobre el<strong>la</strong>s.Luego eché un vistazo por el vestíbulo y recordé que me aguardaba otroproblema. La chica pelirroja que había visto antes en <strong>la</strong>s escaleras acababa deaparecer por <strong>la</strong> entrada principal.«Que no me vea», recé.Pero me vio. Y abrió unos ojos como p<strong>la</strong>tos.—¿Dónde es <strong>la</strong> sesión de orientación? —le pregunté a Paul.—En el gimnasio. Aunque...—Hasta luego.—¡Percy! —gritó mientras yo echaba a correr.* * *Creí que <strong>la</strong> había despistado.Un montón de chavales se dirigían al gimnasio y enseguida me convertí en unomás de los trescientos alumnos de catorce años que se apretujaban en <strong>la</strong>s gradas. Unabanda de música interpretaba desafinando un himno de batal<strong>la</strong>; sonaba como siestuvieran golpeando un saco lleno de gatos con un bate de béisbol. Algunoschavales mayores, probablemente miembros <strong>del</strong> consejo esco<strong>la</strong>r, se habían colocado~10~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!