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4-la-batalla-del-laberinto

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Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> LaberintoCapítulo 11Ardo como una antorchaYa creía que le habíamos perdido <strong>la</strong> pista a <strong>la</strong> araña cuando Tyson captó un lejanosonido metálico. Dimos unas cuantas vueltas, retrocedimos varias veces y por finencontramos a <strong>la</strong> araña, que golpeaba una puerta de metal con su cabecita.La puerta parecía una de aquel<strong>la</strong>s anticuadas escotil<strong>la</strong>s de los submarinos: conforma oval, remaches metálicos y una rueda, en lugar de un pomo, para abrir<strong>la</strong>.Encima de el<strong>la</strong> había una gran p<strong>la</strong>ca de <strong>la</strong>tón, que el tiempo había cubierto de verdín,con una eta griega en el centro.Nos miramos unos a otros.—¿Listos para conocer a Hefesto? —dijo Grover, nervioso.—No —reconocí.—¡Sí! —dijo Tyson, eufórico, mientras hacía girar <strong>la</strong> rueda.En cuanto se abrió <strong>la</strong> puerta, <strong>la</strong> araña se deslizó al interior; Tyson <strong>la</strong> siguió de cercay los demás avanzamos también, aunque con menos entusiasmo.El lugar era inmenso. Como el garaje de un mecánico, estaba lleno de elevadoreshidráulicos. En algunos de ellos había coches, pero en otros se veían cosas bastantemás extrañas: un hippalektryon de bronce desprovisto de su cabeza de caballo y conun montón de cables colgando de su co<strong>la</strong> de gallo, un león de metal que parecíaconectado a un cargador de batería, y un carro de guerra griego hecho enteramentede fuego.Había además una docena de mesas de trabajo totalmente cubiertas de artilugiosde menor tamaño. Se veían muchas herramientas colgadas y cada una tenía su siluetapintada en un tablero, aunque nada parecía estar en su sitio. El martillo ocupaba ellugar <strong>del</strong> destornil<strong>la</strong>dor; <strong>la</strong> grapadora, el de <strong>la</strong> sierra de metales, y así sucesivamente.Por debajo <strong>del</strong> elevador hidráulico más cercano, que sostenía un Toyota Corol<strong>la</strong><strong>del</strong> 98, asomaban dos piernas: <strong>la</strong> mitad inferior de un tipo enorme, con unosmugrientos pantalones grises y unos zapatos incluso más grandes que los de Tyson.En una de <strong>la</strong>s piernas tenía una abrazadera metálica.~148~

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