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4-la-batalla-del-laberinto

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Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> Laberinto—¡Ho<strong>la</strong>! —me saludaron con una sonrisa. Supuse que era <strong>la</strong> primera y última vezque unas animadoras iban a mostrarse tan simpáticas conmigo. Una era una rubia deojos azules y mirada g<strong>la</strong>cial. La otra, una afroamericana, tenía el pelo oscuro yensortijado, igual que <strong>la</strong> Medusa (sé de lo que hablo, créeme). Ambas llevaban sunombre bordado en el uniforme, pero debido a mi dislexia <strong>la</strong>s letras me parecieronuna ristra de espaguetis carente de significado.—Bienvenido a Goode —me dijo <strong>la</strong> rubia—. Te va a encantar.Sin embargo, mientras me miraba de arriba abajo su expresión parecía decir: «Pero¿quién es este desgraciado?»La otra chica se acercó a mí hasta hacerme sentir incómodo. Examiné el bordadode su uniforme y descifré «Kelli». Olía a rosas y otra cosa que me recordó <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>sesde equitación <strong>del</strong> campamento: <strong>la</strong> fragancia de los caballos recién <strong>la</strong>vados. Era unolor un poco chocante para una animadora. Quizá tenía un caballo o algo así. El casoes que se me acercó tanto que tuve <strong>la</strong> sensación de que iba a empujarme por <strong>la</strong>sescaleras.—¿Cómo te l<strong>la</strong>mas, pazguato?—¿Pazguato?—Novato.—Ah... Percy.Las chicas se miraron.—Aja. Percy Jackson —dijo <strong>la</strong> rubia—. Te estábamos esperando.Sentí un escalofrío. Ay, ay, ay... Me bloqueaban <strong>la</strong> entrada sonriendo de un modoya no tan simpático. Me llevé instintivamente <strong>la</strong> mano al bolsillo, donde guardaba mibolígrafo letal, Contracorriente.Entonces se oyó otra voz procedente <strong>del</strong> interior <strong>del</strong> edificio.—¿Percy?Era Paul Blofis, que me l<strong>la</strong>maba desde el vestíbulo. Nunca me había alegradotanto de oír su voz.Las animadoras retrocedieron. Tenía tantas ganas de dejar<strong>la</strong>s atrás que sin quererle di a Kelli un rodil<strong>la</strong>zo en el muslo.Clone.Su pierna produjo un ruido hueco y metálico, como si le hubiese dado una patadaa una faro<strong>la</strong>.—Ayyy —murmuró entre dientes—. Anda con ojo... pazguato.~9~

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