10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> Laberinto* * *A <strong>la</strong> mañana siguiente bajamos desde el rancho hasta <strong>la</strong> rejil<strong>la</strong> de retención y nosdespedimos.—¿Por qué no nos acompañas, Nico? —sugerí sin pensármelo. Supongo quetodavía tenía presente mi sueño y también lo mucho que me recordaba al jovenPerdix.El negó con <strong>la</strong> cabeza. No creo que ninguno de nosotros hubiera dormido bien enaquel rancho diabólico, pero su aspecto era peor que el de los demás. Tenía los ojosenrojecidos y <strong>la</strong> cara b<strong>la</strong>nca como <strong>la</strong> cera. Iba envuelto en una túnica negra que debíade haber pertenecido a Gerión, porque incluso para un adulto habría sido tres ocuatro tal<strong>la</strong>s demasiado grande.—Necesito tiempo para pensar —respondió sin mirarme a los ojos, aunque notéque su ira aún no se había ap<strong>la</strong>cado. El hecho de que su hermana hubiera salido <strong>del</strong>inframundo por mí, y no por él, no parecía haberle sentado muy bien.—Escucha, Nico —le dijo Annabeth—, Bianca sólo quiere que estés bien.Le puso una mano en el hombro, pero él se apartó y empezó a subir <strong>la</strong> cuesta haciael rancho. Tal vez fueran imaginaciones mías, pero <strong>la</strong> nieb<strong>la</strong> matinal parecía seguirloa medida que caminaba.—Me preocupa —dijo Annabeth—. Si se pone a hab<strong>la</strong>r otra vez con el fantasma deMinos...—No le pasará nada —prometió Euritión. El pastor se había <strong>la</strong>vado y arreg<strong>la</strong>do.Llevaba unos vaqueros nuevos y una camisa ranchera, e incluso se había recortado <strong>la</strong>barba. Tenía puestas <strong>la</strong>s botas de Gerión—. Puede quedarse aquí y meditar todo eltiempo que quiera. Prometo mantenerlo a salvo.—¿Y tú? —le pregunté.Euritión le rascó a Ortos un cuello y luego el otro.—Las cosas en este rancho van a cambiar a partir de ahora. Se acabó <strong>la</strong> carne devaca sagrada. Estoy pensando en empanadas de semil<strong>la</strong>s de soja. Y voy a hacermeamigo de esos caballos carnívoros. Quizá me inscriba en el próximo rodeo.La so<strong>la</strong> idea me dio escalofríos.—Pues... buena suerte.—Sí. —Euritión escupió en <strong>la</strong> hierba—. Supongo que ahora vais a buscar el tallerde Dédalo.La mirada de Annabeth se iluminó.~141~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!