10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> LaberintoEl fantasma se tragó su rabia.—Como deseéis, amo. Pero os lo advierto: no podéis fiaros de estos héroes.Y dicho esto, se deshizo y volvió a <strong>la</strong> nieb<strong>la</strong>.Algunos espíritus intentaron ade<strong>la</strong>ntarse, pero Annabeth y yo los mantuvimos araya.—¡Bianca, aparece! —c<strong>la</strong>mó Nico. Entonó su cántico más deprisa y los espíritus seagitaron aún más inquietos.—Está a punto —murmuró Grover.Una luz p<strong>la</strong>teada parpadeó entre los árboles: un espíritu que parecía más fuerte yluminoso que los demás. Cuando se acercó, algo me dijo que lo dejara pasar. Searrodilló a beber en <strong>la</strong> fosa. Al levantarse, vi que era el fantasma de Bianca di Angelo.Nico vaciló e interrumpió su cántico. Bajé <strong>la</strong> espada. Los demás espíritusempezaron a arremolinarse alrededor, pero Bianca alzó los brazos y todosretrocedieron hacia el bosque.—Ho<strong>la</strong>, Percy —saludó.Tenía el mismo aspecto que en vida: un gorro verde <strong>la</strong>deado sobre su pelo negro yabundante, los ojos oscuros y <strong>la</strong> piel muy morena, como su hermano. Llevaba téjanosy una chaqueta p<strong>la</strong>teada, el uniforme de <strong>la</strong>s cazadoras de Artemisa, y portaba unarco colgado <strong>del</strong> hombro. Sonreía débilmente y su forma entera parecía temb<strong>la</strong>r.—Bianca... —dije. Me salió una voz ronca. Me había sentido culpable de su findurante mucho tiempo, pero tener<strong>la</strong> allí de<strong>la</strong>nte era mil veces peor: como si <strong>la</strong>impresión de su muerte hubiera regresado con toda su virulencia. Recordé cómohabíamos buscado entre los restos <strong>del</strong> gigantesco guerrero de bronce sin encontrar elmenor rastro de el<strong>la</strong>, hasta que comprendimos que había sacrificado su vida paraderrotarlo—. Lo siento mucho.—No tienes por qué disculparte, Percy. La decisión <strong>la</strong> tomé yo. Y no lo <strong>la</strong>mento.—¡Bianca! —Nico dio un traspié, aturdido.El<strong>la</strong> se volvió hacia su hermano. Tenía una expresión triste, como si temiera aquelmomento.—Ho<strong>la</strong>, Nico. ¡Qué alto estás!—¿Por qué has tardado tanto en responderme? —gritó—. ¡Lo he intentadodurante meses!—Confiaba en que te dieras por vencido.—¿Por qué? —Parecía deso<strong>la</strong>do—. ¿Cómo puedes decir eso? ¡Estoy tratando desalvarte!—¡No puedes, Nico! No lo hagas. Percy tiene razón.~133~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!