10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> Laberinto—¿Puedes ayudarnos?Euritión se quedó mirando <strong>la</strong> rejil<strong>la</strong> de retención. Tuve <strong>la</strong> impresión de que <strong>la</strong>cuestión lo ponía nervioso.—No sé dónde está. Pero seguramente Hefesto sí lo sabrá.—Eso dijo Hera —asintió Annabeth—. Pero ¿cómo podemos encontrarlo?Euritión se sacó algo de debajo <strong>del</strong> cuello de <strong>la</strong> camisa. Era un col<strong>la</strong>r: un discop<strong>la</strong>teado y liso con una cadena de p<strong>la</strong>ta. Tenía una depresión en el centro, como <strong>la</strong>huel<strong>la</strong> de un pulgar. Se lo entregó a Annabeth.—Hefesto viene por aquí de vez en cuando —dijo—. Estudia los animales paracopiarlos en sus autómatas. La última vez... le hice un pequeño favor. Para unabromita que quería gastarles a mi padre, Ares, y a Afrodita. Y él, en señal de gratitud,me dio esta cadena. Me dijo que si alguna vez necesitaba encontrarlo, el disco meguiaría hasta su fragua. Pero sólo una vez.—¿Y me lo das a mí? —exc<strong>la</strong>mó Annabeth.Euritión se sonrojó.—Yo no tengo ninguna necesidad de ver <strong>la</strong>s fraguas, señorita. Me sobra trabajoaquí. Sólo hay que apretar el botón y él te encamina.Cuando Annabeth lo pulsó, el disco cobró vida y desplegó en el acto ocho patasmetálicas. Para perplejidad de Euritión, el<strong>la</strong> lo arrojó al suelo con un chillido.—¡Una araña! —gritó <strong>la</strong> muchacha.—Es que... <strong>la</strong>s arañas le dan un poco de miedo —explicó Grover—. Una antiguarivalidad entre Atenea y Aracné.—Ah. —Euritión parecía avergonzado—. Lo siento, señorita.La araña se arrastró hacia <strong>la</strong> rejil<strong>la</strong> de retención y desapareció entre los barrotes.—¡Rápido! —dije—. Esa cosa no va a esperarnos.Annabeth no parecía tener mucha prisa, pero no nos quedaba alternativa. Nosdespedimos de Euritión, Tyson sacó <strong>la</strong> rejil<strong>la</strong> y saltamos otra vez al interior <strong>del</strong><strong>la</strong>berinto.* * *Ojalá le hubiera puesto una correa a aquel<strong>la</strong> araña, porque se deslizaba por lostúneles tan deprisa que <strong>la</strong> mayor parte <strong>del</strong> tiempo ni siquiera <strong>la</strong> veía. De no ser por elexcelente oído de Tyson y Grover, no habríamos sabido qué camino elegir.~142~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!