10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> Laberinto—¿Te crees lo que dice? —me preguntó Annabeth.—Sí. ¿Tú no?Parecía a punto de discutir, pero indicó a Rachel que siguiera ade<strong>la</strong>nte.Avanzamos por el túnel de <strong>la</strong>drillo. Tenía muchas vueltas y revueltas, pero ya nopresentaba más desvíos. Daba <strong>la</strong> sensación de que descendíamos y nos íbamossumiendo cada vez a mayor profundidad.—¿No hay trampas? —le pregunté, inquieto.—Nada —respondió Rachel, arqueando <strong>la</strong>s cejas—. ¿No debería resultar tan fácil?—No lo sé —admití—. Hasta ahora no lo ha sido.—Dime, Rachel —preguntó Annabeth—, ¿de dónde eres exactamente?Sonaba como: «¿De qué p<strong>la</strong>neta has salido?» Pero Rachel no pareció ofenderse.—De Brooklyn.—¿No se preocuparán tus padres si llegas tarde a casa?El<strong>la</strong> resopló.—No creo. Podría pasarme una semana fuera y no se darían ni cuenta.—¿Por qué no? —Esta vez mi amiga no fue tan sarcástica. Los problemas con lospadres los entendía muy bien.Antes de que Rachel pudiera responder, se oyó un gran chirrido, como si hubieranabierto unas puertas gigantescas.—¿Qué ha sido eso? —preguntó Annabeth.—No lo sé —dijo Rachel—. Unas bisagras metálicas.—Ya, gracias por <strong>la</strong> información. Quería decir: «¿Qué es eso?»Entonces sonaron unos pasos que sacudían el pasadizo entero y se acercaban anosotros.—¿Corremos? —pregunté.—Corremos —asintió Rachel.Dimos media vuelta y salimos disparados por donde habíamos venido. Nohabíamos recorrido más de seis metros cuando nos tropezamos con unas viejasamigas. Dos dracaenae, mujeres serpiente con armadura griega, nos apuntaron alpecho con sus jabalinas. Entre ambas venía Kelli, <strong>la</strong> empusa <strong>del</strong> equipo deanimadoras.—Vaya, vaya —dijo.Saqué a Contracorriente y Annabeth agarró su cuchillo, pero, antes de que mibolígrafo adoptase forma de espada, Kelli se aba<strong>la</strong>nzó sobre Rachel, <strong>la</strong> agarró por elcuello con unas manos que ya eran garras y <strong>la</strong> sujetó muy firmemente.~196~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!