10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> LaberintoMe hal<strong>la</strong>ba en lo alto de una torre de piedra desde <strong>la</strong> que se dominaban unosacanti<strong>la</strong>dos y el océano. El anciano Dédalo, inclinado sobre una mesa de trabajo,forcejeaba con un instrumento de navegación semejante a una brúju<strong>la</strong> enorme.Parecía mucho más viejo que <strong>la</strong> última vez. Tenía <strong>la</strong> espalda encorvada y <strong>la</strong>s manossarmentosas. Soltaba maldiciones en griego antiguo y guiñaba los ojos como si nopudiera ver lo que hacía, a pesar de que era un día soleado.—¡Tío! —dijo una voz.Un chico risueño de <strong>la</strong> edad de Nico subía los escalones con una caja de madera en<strong>la</strong>s manos.—Ho<strong>la</strong>, Perdix —respondió el anciano con frialdad—. ¿Has terminados tus tareas?—Sí, tío. ¡Eran fáciles!Dédalo lo miró ceñudo.—¿Fáciles? ¿Hacer subir el agua por <strong>la</strong> <strong>la</strong>dera sin una bomba te ha parecido fácil?—Ya lo creo. ¡Mira!El chico volcó <strong>la</strong> caja y hurgó entre <strong>la</strong> chatarra. Sacó un trozo de papiro y le enseñóal viejo inventor unos diagramas y unas notas. No tenían ningún sentido para mí,pero Dédalo asintió a regañadientes.—Ya veo. No está mal.—¡Al rey le ha encantado! —aseguró Perdix—. ¡Ha dicho que quizá yo sea máslisto que tú!—¿Eso ha dicho?—Pero yo no le creo. ¡Estoy tan contento de que mi madre me enviase a estudiarcontigo...! Quiero saber todo lo que tú sabes.—Sí —masculló Dédalo—. Así, cuando me muera, podrás ocupar mi puesto, ¿noes eso?El chico abrió los ojos de par en par.—¡Oh, no, tío! Pero he estado preguntándome... ¿por qué tiene que morir unhombre?El inventor frunció el ceño.—Así son <strong>la</strong>s cosas, muchacho. Todo muere, salvo los dioses.—Pero ¿por qué? —insistió Perdix—. Si pudiese capturar el animus, atrapar e<strong>la</strong>lma en otra forma distinta... Tú me has hab<strong>la</strong>do de tus autómatas, tío. Toros,águi<strong>la</strong>s, dragones, caballos de bronce. ¿Por qué no <strong>la</strong> forma en bronce de un hombre?—No, muchacho —dijo Dédalo, cortante—. Eres un ingenuo. Eso es imposible.—No lo creo —persistió él—. Con un poco de magia...~137~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!