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4-la-batalla-del-laberinto

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Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> Laberintocírculo alrededor de un patio oscuro: tres pisos de puertas con rejas y con pasare<strong>la</strong>smetálicas.—Una cárcel —respondí—. Quizá Tyson pueda romper...—¡Chitón! —susurró Grover—. Escuchad.Por encima de nosotros, se oía un eco de sollozos que resonaba por todo eledificio. Y se captaba otro sonido: una voz áspera que refunfuñaba, aunque noentendí qué decía. Las pa<strong>la</strong>bras eran chirriantes, como guijarros revueltos en uncubo.—¿Qué lengua es ésa? —cuchicheé.Tyson abrió unos ojos como p<strong>la</strong>tos.—¡No puede ser!—¿Qué? —pregunté.Agarró dos barrotes y los dobló como si nada, dejando espacio suficiente inclusopara un cíclope.—¡Esperad! —dijo Grover.Tyson no le hizo caso y corrimos tras él. La prisión era muy oscura; sólo unoscuantos fluorescentes parpadeaban arriba.—Conozco este sitio —me dijo Annabeth—. Es Alcatraz.—¿La is<strong>la</strong> que hay cerca de San Francisco?El<strong>la</strong> asintió.—Vinimos de excursión con el colegio. Es como un museo.No parecía posible que hubiéramos emergido <strong>del</strong> <strong>la</strong>berinto y aparecido en el otroextremo <strong>del</strong> país, pero Annabeth se había pasado todo el año en San Francisco,vigi<strong>la</strong>ndo el monte Tamalpais, al otro <strong>la</strong>do de <strong>la</strong> bahía. Tenía que saber lo que decía.—¡No os mováis! —advirtió Grover.Pero Tyson siguió ade<strong>la</strong>nte sin prestarle atención. Grover lo agarró <strong>del</strong> brazo y tiróde él.—¡Para, Tyson! —susurró—. ¿Es que no lo ves?Miré hacia donde seña<strong>la</strong>ba y me dio un vuelco el corazón. En <strong>la</strong> pasare<strong>la</strong> <strong>del</strong>segundo piso, al otro <strong>la</strong>do <strong>del</strong> patio, vislumbré al monstruo más horrible que habíavisto en mi vida.Era una especie de centauro con cuerpo de mujer de cintura para arriba. Pero, pordebajo, en lugar de ser como un caballo, era un dragón: una bestia de seis metros porlo menos, negra y cubierta de escamas, con unas garras imponentes y una co<strong>la</strong>erizada de púas. Parecía tener <strong>la</strong>s piernas enmarañadas en una enredadera, aunque~90~

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