10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> LaberintoLa chica con el pelo de color caramelo, <strong>la</strong> que había dicho l<strong>la</strong>marse Calipso, estabaen <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya hab<strong>la</strong>ndo con un hombre. A él no lo veía muy bien —me deslumbraba elreflejo <strong>del</strong> sol en el agua—, pero parecía que discutían. Intenté recordar lo que sabíade Calipso a partir de los viejos mitos. Había oído ese nombre pero... no lograbaacordarme. ¿Era un monstruo? ¿Apresaba héroes y los mataba? Pero si tan malvadaera, ¿por qué me había dejado con vida?Caminé hacia el<strong>la</strong> lentamente, porque aún sentía <strong>la</strong>s piernas entumecidas. Cuando<strong>la</strong> hierba dio paso a <strong>la</strong> grava, me concentré en el suelo para no perder el equilibrio y,al levantar otra vez <strong>la</strong> vista, descubrí que <strong>la</strong> chica estaba so<strong>la</strong>. Llevaba un vestidogriego b<strong>la</strong>nco sin mangas con un escote circu<strong>la</strong>r ribeteado de oro. Se restregó los ojoscomo si hubiera estado llorando.—Bueno —dijo, procurando sonreír—, por fin despierta el durmiente.—¿Con quién hab<strong>la</strong>bas? —La voz apenas me salía y, más que hab<strong>la</strong>r, croaba comouna rana chamuscada.—Ah... sólo era un mensajero —contestó—. ¿Cómo te sientes?—¿Cuánto tiempo he pasado inconsciente?—Tiempo —dijo Calipso, pensativa—. El tiempo siempre resulta algo difícil aquí.La verdad es que no lo sé, Percy.—¿Sabes mi nombre?—Hab<strong>la</strong>bas en sueños.Me sonrojé.—Ya. Me lo han... dicho otras veces.—Sí. ¿Quién es Annabeth?—Ah, una amiga. Estábamos juntos cuando... Espera. ¿Cómo he llegado hastaaquí?, ¿dónde estoy?Calipso levantó <strong>la</strong> mano y pasó los dedos por mi pelo enredado. Retrocedí,nervioso.—Perdóname —se disculpó—. Me he acostumbrado a cuidar de ti. Cómo llegasteaquí, me preguntas... Caíste <strong>del</strong> cielo. En el agua, ahí mismo. —Señaló el otro <strong>la</strong>do de<strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya—. No entiendo cómo has sobrevivido. El agua pareció amortiguar tu caída.Y en cuanto al dónde... estás en Ogigia.—¿Y eso queda cerca <strong>del</strong> monte Saint Helens? —le pregunté, porque andaba fatalde geografía.Calipso se echó a reír. Una risita contenida, como si lo encontrase muy graciosopero no quisiera avergonzarme. Era mona cuando se reía.~164~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!