10.07.2015 Views

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

4-la-batalla-del-laberinto

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Rick RiordanLa batal<strong>la</strong> <strong>del</strong> LaberintoEn efecto, se divisaban centenares de cabezas de ganado de color cereza quepacían por <strong>la</strong> <strong>la</strong>dera de <strong>la</strong> colina.—¡Cuántas! —se asombró Grover.—Sí, bueno. Apolo anda demasiado liado para cuidar<strong>la</strong>s —explicó Gerión—, asíque nos ha contratado a nosotros, que <strong>la</strong>s criamos en cantidad. Hay mucha demanda.—¿Para qué? —pregunté.Gerión arqueó una ceja.—¡Por <strong>la</strong> carne, desde luego! Los ejércitos han de alimentarse.—¿Sacrifican <strong>la</strong>s sagradas vacas <strong>del</strong> sol para hacer hamburguesas? —seescandalizó Grover—. ¡Eso va contra <strong>la</strong>s leyes antiguas!—No se exalte, señor sátiro. Son simples animales.—¡Simples animales!—C<strong>la</strong>ro. Y si a Apolo le importara, seguro que nos lo diría.—Si lo supiera —mascullé entre dientes.Nico se echó hacia de<strong>la</strong>nte.—Todo esto me trae sin cuidado, Gerión. Teníamos cosas de que hab<strong>la</strong>r. Y no erade esto precisamente.—Cada cosa a su tiempo, señor Di Angelo. Miren allí: algunos de mis ejemp<strong>la</strong>resexóticos.El prado siguiente estaba rodeado de a<strong>la</strong>mbre de espino e infestado deescorpiones gigantes.—Rancho Triple G —dije, recordando de repente—. Su marca figuraba en esascajas <strong>del</strong> campamento. Quintus consiguió aquí sus escorpiones.—Quintus... —repitió Gerión, pensativo—. ¿Pelo corto y gris, musculoso, profesorde espada?—Eso.—Nunca he oído hab<strong>la</strong>r de él —dec<strong>la</strong>ró—. ¡Y ahí están mis preciados establos!Tienen que verlos sin falta.A mí no me apetecía mucho, <strong>la</strong> verdad, porque en cuanto estuvimos a trescientosmetros empecé a olerlos. Cerca de <strong>la</strong> oril<strong>la</strong> de un río verde, divisé un corral <strong>del</strong>tamaño de un estadio de fútbol. Los establos se alineaban a un <strong>la</strong>do. Habría uncentenar de animales moviéndose entre <strong>la</strong> bosta y, cuando digo «bosta», quiero decircaca de caballo. Era <strong>la</strong> cosa más repulsiva que había visto en toda mi vida, como sihubiera pasado una ventisca de estiércol y, de <strong>la</strong> noche a <strong>la</strong> mañana, hubiera dejadouna capa de un metro de porquería. Los caballos estaban asquerosos de tanto vadear~115~

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!