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Benedetti, Mario - Letras del continente mestizo

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Entre los últimos escritores aparecidos en México,Juan Rulfo (nacido en 1918) ha buscado evidentementeotra salida para el criollismo. Su tratamiento <strong>del</strong> cuentoen El llano en llamas (1953) y de la novela en PedroPáramo (1955), lo colocan entre los más ambiciososy equilibrados narradores de América Latina. Por debajode sus modismos regionales, de la anécdota directay penetrante, aparece el propósito, casi una obsesión,de asentar el relato en una base minuciosamenteconstruida y en la que poco o nada se deje al azar.Pedro Páramo testimonia ejemplarmente esa actitud.Pero también cada uno de los cuentos, aun de losmás breves, demuestra la economía y la eficacia de unnarrador. tan consciente <strong>del</strong> material que utiliza coinode su probable rendimiento, y que, además, acierta encuanto al ritmo, el tono y las dimensiones que debenregir en cada desarrollo. En El llano en llamas haycuentos excelentes, verdaderamente antológicos, y otrosmenos felices; pero todos sin excepción tratan tema..de cuento, con ritmo y dimensiones de cuento.Con excepción de Macarío, un casi impenetrablemedallón, los otros relatos enfocan situaciones o desarrollananécdotas, siempre con el mínimo desgaste verhal,usando las pocas palabras necesarias y lograndoa menudo, dentro de esa intransitada austeridad, losmejores efectos de concentración y energía.Conviene no perder de vista, a fin de valorar -dehidamentesu madurez, que los cuentos de Rulfo oonstituyensu primer libro. Sólo en el titulado En la madrugadase manifiestan la indecisión y el desequilibriocaracterísticos <strong>del</strong> principiante. En algún otro (comoNos han dado la tierra, La nocheSque lo dejaron soloy Paso <strong>del</strong> Norte) la anécdota es mínima, pero tampocoel tono o la intención <strong>del</strong> relato van más allá <strong>del</strong> simpleapunte, de modo que la estabilidad no corre riesgos.Es cierto que algunos cuentos ponen en la pistade antecedentes demasiado cercanos (Faulkner en Macario,Quiroga en El hombre, Rojas González en AnacletoMorones¡ pero en general esos ecos se refieren126 más al modo de decir que al de ver o de sentir un

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