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Benedetti, Mario - Letras del continente mestizo

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a las labores más nobles. Pero las palabras me seducencomo el más suculento y elaborado manjar; primero mellenan los ojos, después la boca, luego el estómago, einmediatamente ocurre la operación inversa, y escapan<strong>del</strong> estómago a la boca, a los ojos avergonzados por elasco y la repulsión. El hecho es que estoy condenado aolerlas y saborearlas eternamente sin saber con exactitudqué diablos huelo y saboreo. Condenado a oírlas,a decirlas, a escribirlas, consciente de que estos ejerciciosno me harán jamás un hombre más inteligente, másprudente, más sabio, más feliz. Y a esa elemental conclusiónyo llamo reflexionar".Fiel a tal interpretación, Los niños se despiden essobre todo una avasalladora, misteriosa marea de palabras.Claro que sería injusto sobrentender que es sóloeso. También es anécdota y magia y recuerdo, pero siesos tres rubros estuvieran reducidos a su más descarnadaexpresión, es decir si la novela no dependiera tanto<strong>del</strong> poder hipnotizante de la palabra; anécdota, magiay recuerdo dejarían de apuntalarse mutuamente. Es lapalabra la que los amalgama, los conforma, los lanza;es la palabra la que les da cuerpo y ánimo. Por supuesto,tales palabras no son las destinatarias <strong>del</strong> célebrepoema de Octavio Paz; más bien parecen sus antípodas.La novela de Pablo Armando es una gran recordación,pero quizá valga la pena advertir que no esnada minuciosa. O acaso lo es cuando nadie espera -nitiene importancia- que lo sea. El narrador maneja nouna sino varias escalas de valores, no una sino variasfi<strong>del</strong>idades. La frontera entre realidad e imaginaciónno se ajusta a ningún canon; es tan móvil como el bosquede Macbeth. Si Proust iba en busca <strong>del</strong> tiempo perdido,el novelista cuhano en cambio no considera el pasadocomo tal; más bien se instala en él y desde allíva en busca <strong>del</strong> futuro, de cualquier futuro. Cabe señalarque desde las primeras páginas se despoja de todaobligación testimonial: "nada de lo que recuerdo ha pasado",y agrega significativamente: "Espero que pase".Por otra parte, no tiene ningún pudor en admitir ese 207

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