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Benedetti, Mario - Letras del continente mestizo

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mente bajo, y no hay allí otro factor que justifiquesu inclusión; en el segundo, porque, a mi parecer, ysin perjuicio de admitir la decisiva importancia de esepoema como escala intermedia entre la Silva a la agriculturade la zona tórrida, de Bello, y el Canto general,de Neruda, sólo algunos breves respiros de ese largoaliento sobrepasan la rutinaria función de encargo.(Para Octavio Paz, el Canto a lfJ Ar"entina reúne lasideas predilectas de Darío: "paz, industria, cosmopolitismo,latinidad" o sea "el evangelio de la oligarquíahispanoamericana de fines de siglo, con su fe en elprogreso y en las virtudes sobrehumanas de la inmigracioneuropea").A través de las distintas generaciones que lo hanmirado con lupa, Darío ha.Jdo desmintiendo muchasprofecías. Aun aquellos que lo miraron con la mejorintención y la mayor agudeza, se equivocaron en suspronósticos. "No será nunca un poeta popular", dictaminósu coetáneo José Enrique Rodó en 1899, peroya antes de su muerte, en 1917, el crítico uruguayotuvo ocasión de comprobar la tremenda popularidad deDarío. En 1930, Borges señaló malhumorado que Darío"amueblaba a mansalva sus versos en el Petit Larousse",pero veinticuatro años más tarde agregó la siguientenota al pie: "Conservo estas impertinencias para castigarmepor haberlas escrito". Otro argentino, EnriqueAnderson Imhert, atribuía en 1952 el lenguaje hiperbólicode algún poema dariano al "repliegue aristocráticoen sí mismo", pero hoy ya parece más claro queel repliegue en sí mismo de Darío obedecía a otras razones.Es cierto que Darío trató de cerrar todas las puertas,de tapiar todas las aberturas, de ocultar todas lasrendijas, para que nadie curioseara en su trastienda.Afortunadamente, no dio abasto. La verdad es que eramuy pobre hombre para tan rico poeta. No tan pobresin cmbargo como para que no lo advirtiera y reconociera:"Cuando quiero llorar, no lloro / y a veceslloro sin querer". Pues bien, cuando llora sin querer, 53

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