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Benedetti, Mario - Letras del continente mestizo

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(¿ quién que Es no es erótico?)' tan zarandeado porcríticos y biógrafos, es algo más que un leitmotiv ysale en su obra al osado encuentro de la muerte. Eljuego frívolo de los primeros y. débiles poemarios, seconvierte, en Prosas profanas, en una adulta y calculadoraelegancia; luego, esta deja paso a una angustiaexistencial ("nada distinzue mejor", dice Pedro Salinas,"a la poesía ruheniana TIe ese sentimiento agénice <strong>del</strong>erotismo"), en medio de la cual el poeta asiste, comotestigo malherido, a la condena <strong>del</strong> amor, a la hecatombede los sentidos, a la extorsión y el chantaje <strong>del</strong>a muerte. Por eso no le alcanza la explicación católica(sus poemas religiosos están llenos de quejas que sonreproches, de dudas que son casi blasfemias) y recurreal ocultismo. Es hombre de poca fe, pero siempre conganas de que ella aumente; su estilo de vida es deateo, claro, pero siempre con ganas de que se purifique.Lo cierto es que otros dioses, otros mitos, otroshéroes, lo ohseden. La Hélade entera, y varios Olimpos,están a su disposición. El, por supuesto, no los desperdicia.Eso ha sido llamado paisaje de cultura, pero noes prudente tomarlo al pie de la letra. El paisaje decultura, como todo paisaje, cambia de acuerdo a quienlo ve. Poetas hubo, en pleno Modernismo, que miraronhacia los mitos con actitud y postura míticas. No esexactamente el caso de Darío, quien explota las posibilidadeshumanas de los mitos, usándolos como pretextos,o poniéndolos al servicio, de sus preocupacionesde hombre. Y esto no sólo aparece, con meridiana claridad,en el buen humor de la Balada en que, despuésde elogiar a todo el mitológico equipo de musas, lasarroja por la borda para celebrar a la musa de carney hueso; también está presente en el tratamiento quesuele dispensar a los seres míticos. Los Centauros, porejemplo, en el célebre, Coloquio, hacen suya buenaparte de la filosofía dariana. "Las cosas tienen un servital", anuncia Ouirón varias décadas antes qu'e elcentauro Robbe-Crillet. Incluso al cisne. a ese grave56 símbolo de su mitología personal, a ese ex envase de

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