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a sí misma a la persona importante, y que quería una garantía de<br />
este vínculo. Era cualquier cosa menos una mujer pasiva, dependiente<br />
o indefensa; pero toda su actividad se dirigía a esa meta,<br />
que creía debía alcanzar. Si bien no necesitaba ese tipo de relación,<br />
no estaba convencida internamente de ello. (Su actividad en<br />
busca de dicha meta solía adoptar un carácter forzado y manipulativo.<br />
Si bien ella creía que era algo encubierto y disimulado, los<br />
que la rodeaban tenían una impresión muy diferente.)<br />
Beatrice había desarrollado la creencia interna de que cualquier<br />
cosa que hiciera era correcta sólo si la hacía para otra<br />
persona, no para sí misma. Sobre todo, había perdido el sentido<br />
de que la realización de sus deseos podía aportarle satisfacción.<br />
Era casi como si hubiera perdido el sistema interno que<br />
registra los acontecimientos y dice si satisfacen o hacen feliz.<br />
El «registro» de cómo es la satisfacción había variado; ahora<br />
sólo procedía de su sentido de que podía hacer que la otra<br />
persona mantuviera una forma de relación concreta con ella.<br />
Sólo así podía sentirse fuerte y buena. (En depresiones más<br />
complejas, como la de Beatrice, puede no ser la otra persona<br />
per se lo que se desea vincular a uno, sino la imagen del tipo de<br />
relación que uno cree necesitar. Por ejemplo, las mujeres<br />
cuyos hijos han crecido pueden no querer retenerlos a ellos<br />
sino sentir que deben mantener la relación madre-hijo. <strong>De</strong><br />
hecho, puede que una no necesite realmente este tipo de<br />
relación, pero la creencia tiene su peso, y una persona que ha<br />
pasado mucho tiempo organizando su psique sobre esa base<br />
no abandonará fácilmente la idea. Es más, hace tiempo que<br />
habrá abandonado la creencia de que puede tener cualquier<br />
otro tipo de relación.)<br />
Otra faceta del problema de Beatrice era la gran cantidad de<br />
ira que generaba. Para complicar las cosas, igual que otras<br />
mujeres, ella tenía grandes dificultades para permitirse reconocer<br />
su propia ira; y más aún expresarla. Incluso así, era probable<br />
que se enfureciera si la otra persona hacía cualquier cosa que<br />
pareciera amenazar o alterar el vínculo. Parecía claro que estar<br />
en tal posición la llevaba fácilmente a encolerizarse. ¿Cómo