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existe en toda persona, y que ha sido esencial para la vida<br />
humana, está llegando a un nivel más consciente y explícito.<br />
En el pasado se había hecho creer a las mujeres que no<br />
podían hacer ninguna aportación especial. Si escogían ir más<br />
allá del área límite asignada, sentían que debían darse prisa y<br />
ponerse a la altura de los intereses del grupo dominante o<br />
comprenderlos. Hoy en día está claro que hay grandes áreas en<br />
las que nuestra sociedad dominante fracasa. A medida que la<br />
mujer reconoce sus fuerzas y plantea sus propias preocupaciones,<br />
puede no sólo progresar hacia una nueva síntesis, sino a la<br />
vez clarificar y hacer mucho más obvias las cuestiones fundamentales<br />
de todo ser humano.<br />
¿Y qué papel juega el hombre en todo esto? Aquí quisiera<br />
retomar algunas de las últimas palabras de Freud al respecto,<br />
que ahora pueden verse bajo una perspectiva diferente.4 Freud<br />
dijo que lo primero contra lo que los hombres luchan es la<br />
identificación con la hembra, cosa que, como diría cualquier<br />
psicoanalista, implica a la vez el deseo de tal identificación.<br />
Quisiera sugerir que el varón no lucha contra la identificación<br />
con la hembra per se en sentido concreto, sino para reconquistar<br />
las partes de su propia experiencia que han delegado en la<br />
mujer. El hombre, según creo, disfrutaría de una gran comodidad<br />
y crecimiento potencial si fuera capaz de integrar y reintegrar<br />
esas partes de sí mismo. <strong>De</strong>sea reconquistar sin dolor la<br />
experiencia de sus vicisitudes y luchas, que representan los<br />
problemas inevitables de crecer y vivir con el propio ser total en<br />
nuestra sociedad imperfecta; desea reconquistar esas partes de<br />
sí mismo que poseen propiedades temibles, pero que se han<br />
hecho mucho más temibles al ser etiquetadas como «femeninas».<br />
A medida que la mujer se niegue a ser la portadora de<br />
algunos de los problemas fundamentales no resueltos por nuestra<br />
sociedad masculina, y a medida que pase a ser la exponente<br />
4. Sigmund Freud, «Analysis Terminable and Interminable» (1937), en la Standard<br />
Edition of the Complete Works of Sigmund Freud (Londres, Hogarth Press, 1964).