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porar la noción de que el éxito confirma la bondad.)<br />
Es probable que las propias mujeres sientan, a su vez, los<br />
efectos directos de los problemas más profundos de nuestra<br />
sociedad. Por ejemplo, si hablamos de un área de cierta importancia,<br />
nuestra cultura tiende a «cosificar» a la gente, es decir, a<br />
tratar a las personas como si fueran cosas; a las mujeres las trata<br />
casi totalmente de esta forma. Ser considerado un objeto puede<br />
llevar al sentimiento interno profundo de que debe de haber<br />
algo erróneo y malo en uno mismo. Los trabajadores de una<br />
línea de montaje sentían esta deshumanización, y los estudiantes<br />
se han manifestado en su contra durante toda la década de<br />
los sesenta. <strong>La</strong> mujer no sólo lo siente porque es algo omnipresente<br />
en la sociedad dominante, sino porque lo traslada a sus<br />
relaciones más íntimas. Ser tratado como un objeto es ser<br />
amenazado de aniquilación psíquica. Es una experiencia realmente<br />
terrible. Varios autores han popularizado recientemente<br />
el rol que ello desempeña en los problemas psicológicos graves<br />
(como R. D. <strong>La</strong>ing), pero la mayoría no han acentuado que este<br />
factor es algo intrínseco en la relación más fundamental, la<br />
relación varón-hembra. Lo acentúo aquí porque puede contribuir<br />
a la creencia de las mujeres de que debe de haber algo<br />
terriblemente malvado en ellas. Esto debe de ser cierto dado<br />
que los demás, importantes y valiosos como son, parecen pensar<br />
que ellas merecen ser tratadas como objetos. <strong>La</strong> cosificación<br />
añade un motivo profundo y directo a la disposición de la<br />
mujer a aceptar la maldad que se le asigna.<br />
Una de las dimensiones de la cosificación, la experiencia<br />
de ser convertido en objeto sexual, resulta especialmente destructiva.<br />
Muchas autoras han descrito su profunda humillación<br />
en dicha situación y el hecho de que, al final, se las ha<br />
hecho sentir malvadas y equivocadas. Sólo acentuaré una faceta:<br />
cuando uno es objeto, y no sujeto, se supone que no tiene<br />
impulsos ni intereses sexuales independientes. Sólo aparecen<br />
por y para otros; controlados, definidos y utilizados. En una<br />
chica o mujer adulta, cualquier manifestación de sensualidad<br />
o sexualidad no hara más que confirmar su estado malévolo.