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cabo esta búsqueda en interacción con el mundo y la gente que<br />
lo puebla. Cuando a las mujeres no se las anima a emprenderla,<br />
cuando de hecho se las aparta de ello, tienen muchas más<br />
dificultades para aprender cosas sobre sus necesidades y deseos.<br />
Sin embargo para las mujeres hay un cambio aparentemente<br />
sencillo. Es posible apartarse casi totalmente de la difícil exploración<br />
de las necesidades propias y concentrarse en satisfacer<br />
las necesidades de los demás. Pero cuando esto sucede, la mujer<br />
suele formarse la creencia -casi nunca explícitamente articulada-<br />
de que sus propias necesidades, a pesar de permanecer sin<br />
examinar, sin contrastar y sin expresar, se satisfarán en cierto<br />
sentido como compensación. Para agravar la situación, algunas<br />
mujeres llegan a creer que los demás las amarán (y les serán<br />
permanentemente fieles) porque ellas les atienden tanto y tan<br />
bien. <strong>La</strong> tragedia es que la gente no suele querer a los demás por<br />
ese motivo. Pueden llegar a depender de sus servicios, pero eso<br />
es algo diferente del interés y del amor real. <strong>De</strong> hecho, si los<br />
hombres o los niños se hacen demasiado dependientes pueden<br />
llegar a sentirse atrapados por dicha dependencia, y acabar<br />
odiando a la persona que los cuida tan bien. (Esta es una de las<br />
razones por las que algunos hombres abandonan a sus superesposas<br />
y algunos niños se vuelven violentamente contra sus<br />
super-madres.) Si la mujer siente que no la aman, esto refuerza<br />
su creencia de que los demás sólo la aprecian por los servicios<br />
que reciben. Pierde así la sensación de que se interesan por ella,<br />
por ser quién es. Si bien ésta es una sensación terrible, muchas<br />
mujeres creen que deben aceptarla, especialmente tras varios<br />
años de casadas. ¿Qué otra alternativa tenían?<br />
<strong>La</strong> experiencia de otra mujer puede servir de ejemplo de<br />
estos factores agravantes. Edith creció siendo el modelo de la<br />
«hembra perfecta»; su madre la instruyó bien sobre cómo ganar<br />
y complacer a los hombres. No sabía cómo complacerse a sí<br />
misma, excepto encontrando un hombre atractivo con buenas<br />
perspectivas. Atractiva y popular, acabó casándose con Bert,<br />
uno de sus pretendientes más prometedores. Se convirtió en<br />
una super-esposa y super-madre, y fue haciendo depender su