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esponder en todo momento y situación. En consecuencia, no<br />
pueden permitirse pedir un alto en las demandas o dar pequeños<br />
pasos para limitarlas. <strong>La</strong> duda a la hora de hacer esto, de<br />
resistirse al control de sus vidas en todas las formas posibles,<br />
puede derivar en muchas complicaciones psicológicas e incluso<br />
en síntomas somáticos. Estos síntomas suelen ser formas indirectas<br />
de decir, entre otras cosas, «ya no puedo dar más, pero<br />
no me siento autorizada a parar».<br />
Una mujer en concreto, Florence, experimentaba episodios<br />
recurrentes de dolor abdominal y pélvico para el que no había<br />
causa física. Tras una larga exploración descubrió que estos<br />
ataques se producían cuando sus hijos la presionaban demasiado.<br />
Por el contrario, a su marido no le pedían nunca nada.<br />
Cuando las demandas se dirigían a él, él no las percibía o,<br />
cuando le apetecía, decía «no». <strong>La</strong> situación de Florence no era<br />
sencilla. Se insertaba en un contexto en el que su propia madre<br />
parecía una mujer dispuesta a dar sin fin. «Mi madre nunca<br />
tuvo un no.» Esta experiencia temprana fue crucial para la<br />
noción de Florence de lo que significaba ser una mujer.<br />
Está claro que la mujer necesita permitirse aceptar cosas<br />
abiertamente, igual que las da. En este momento se encuentra<br />
en una posición única de cara a integrar el dar y el recibir de<br />
una forma nueva y más mutua. Nuestra cultura, hasta el momento,<br />
ha impedido que los hombres integrasen el dar como<br />
rasgo fundamental de su autoimagen. Pero a medida que la<br />
mujer busque esta nueva integración trabajará contra una oposición<br />
complicada. (¡Puede que incluso la llamen egoísta!)<br />
Es importante entender que, en la relación tradicional, los<br />
hombres dan algo, de forma circunscrita, a seres inferiores -las<br />
mujeres y los niños-. Un hombre raramente puede dar a sus<br />
«iguales» -es decir, a otros hombres- directamente. Si lo hace<br />
puede ser caracterizado como una criatura menos importante,<br />
pues para ser importante -e incluso seguro- hay que luchar por<br />
conseguir poder sobre los «iguales». Así, ambos sexos se han<br />
visto privados de la posibilidad de desarrollarse como personas<br />
que poseen la experiencia de dar a sus iguales y reconocer que