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Pero el hecho es que la ha llevado adelante a pesar de todo.<br />
Pese a todos los inconvenientes, la mujer tiene un sentido<br />
mucho mayor de los placeres del contacto directo con el crecimiento<br />
físico, emocional y mental que el hombre. El crecimiento<br />
es una de las cualidades más importantes y fascinadoras del<br />
ser humano, quizá la primordial. <strong>De</strong>sgraciadamente, en nuestra<br />
sociedad se impide que las mujeres disfruten del todo de tales<br />
placeres, al hacerles sentir que fomentarlos en los demás es su<br />
único rol válido y mediante la soledad y dureza de condiciones<br />
del entorno doméstico aislado y no cooperativo en el que trabajan.<br />
<strong>La</strong> participación en el crecimiento ajeno es una de las<br />
mayores satisfacciones de la psicoterapia. Ser parte de la<br />
experiencia de la lucha de otra persona para alumbrar una<br />
forma nueva y satisfactoria de ver las cosas, sentir o actuar es<br />
algo sumamente gratificante. Los buenos terapeutas saben<br />
que ése es un mérito del cliente, pero también que pueden<br />
jugar un rol importante como facilitadores. El terapeuta puede<br />
obtener una gran satisfacción en dicha participación. Pero<br />
se trata de la misma forma de actividad básica que las mujeres<br />
llevan a cabo cada día.<br />
<strong>La</strong>s mujeres han establecido que colaborar en el crecimiento<br />
de los demás sin tener el mismo derecho y oportunidad de<br />
crecer es una forma de opresión. <strong>De</strong> hecho, en nuestra situación<br />
de desigualdad, la parte valiosa de la participación de la mujer<br />
en el desarrollo de los demás implica el peligro constante de<br />
caer en la simple adulación o provisión de apoyo al ego, lo que<br />
Jessie Bernard ha descrito como función «de acariciar».2 Una<br />
vez más, la desigualdad distorsiona y niega una destreza valiosa.<br />
Ruth es un ejemplo de mujer que intenta cooperar en el<br />
crecimiento, pero se ve postergada a la mera «caricia». En<br />
capítulos posteriores comentaremos formas aún más graves de<br />
distorsionar esta valiosa cualidad.<br />
2. Jessie Bernard, Women and the Public Interest: An Essay on Policy and Protest<br />
(Chicago, Aldine-Atherton, 1971).